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Esta vez era Matteo el que paseaba por los pasillos del Blake.
Saco una pequeña botella de agua y se sentó por unos minutos en un banco. Rogaba que el timbre no sonara aún.
A lo lejos la podía ver a ella, su desastre, caminando junto a Nina mientras hablaban de quién sabe qué.
Luna lo miró.
Acto seguido le susurró algo a su amiga, quien acomodó sus lentes dandole una fugaz mirada a Matteo y se fue en dirección contraria a Luna, que se acercó a él.

—Hola chico fresa.

Dijo despacio, con un tono tímido, mientras se sentaba a un lado de Matteo.

—Chica delivery, ¿que te trae por aquí?

Le respondió él. Claro que con una expresión de felicidad extrema en su rostro.

—Es que me da vergüenza pedírtelo, mira, creo que mejor me voy.

Dijo mientras se levantaba del asiento, pero Matteo la tomó del brazo haciendo que ella vuelva a sentarse rápidamente.

—Viniste hasta aquí, chica delivery. Ahora dime. ¿Que puede hacer este chico fresa por tí?

Luna rió.

—Necesito tu ayuda. —ella agachó la cabeza, y luego siguió— es que me dieron una tarea, y neta está bien difícil.

Dijo en un tono de frustración.

—Yo sabía que en algún momento afirmarías que soy el mejor.

Bromeó Matteo.

—Y el más fresa. —completó Luna mientras ambos se echaban a reír. — Entonces Matteito, ya que eres el mejor del mundo mundial, ¿me ayudarás? es que soy un desastre.

—Te veré a luego del Blake en el Jam & Roller, no te demores con ningún delivery, chica delivery.

Dijo Matteo con una sonrisa y Luna en un impulso lo abrazó.

—Gracias chico fresa, nos vemos ahí.

Dijo ella, y el timbre sonó.

—Nos vemos luego, Luna.

Musitó Matteo y se dirigió a su clase. No podía esperar a ayudar al desastre. Era el mejor desastre que le había pasado.

[...]

Las largas horas de clase terminaron, el timbre sonó y cada salón quedo completamente vacío.
Matteo pasó por su casa antes de dirigirse al Jam & Roller y Luna hizo lo mismo.
Él llegó y se sentó en una de las mesas, y Pedro se acercó ofreciéndole algo de beber, Matteo aceptó sin duda alguna y pidió dos Milkshakes de banana, el favorito de Luna.
Aquel que le había derramado ella en su ropa meses atrás justo en ese mismo lugar. Luna entró por la puerta casi corriendo, con su cabello recogido en una colita despeinada por el viento de afuera, su chamarra caída por los hombros, sus apuntes en una mano y sus patines en la otra. Hecha un hermoso y maravilloso desastre.
Matteo rió al verla así, y ella lo buscó con la mirada.
Él le hizo una seña con sus manos y suavemente gritó “aquí estoy, chica delivery”. Luna sonrió al divisarlo de lejos y se dirigió hasta la mesa. Apoyo los patines en el suelo a su lado, y se sentó.

—Disculpa si llego tarde, hice lo posible para venir más rápido pero no pude. Le pedí a Tino que me trajera, pero ya sabes, Ámbar tenía “asuntos que arreglar” —dijo haciendo comillas con sus dedos— así que vine corriendo, pero en el camino sonó mi teléfono y tuve que atender, así que ya sab... —Matteo no la dejó terminar y cubrió su boca con dos de sus dedos. Luna lo miró sorprendida y luego rió —

—No hace falta que me expliques nada Luna. Ni siquiera llegas tarde.

Dijo riendo al ver la adrenalina que traía Luna encima y la tomó de las manos.

—Está bien, igual disculpame.

Rogó una vez más y Matteo no hizo más que asentir y dedicarle una sonrisa. Ella lo miró y tímidamente bajó su mirada aclarando su garganta.

—Dos milkshake de banana, Matteo. Disfrutenlos. —dijo Pedro mientras dejaba el pedido en la mesa. Luna miró a Pedro con la mirada confundida y luego dirigió su vista a Matteo quien no despegaba la vista de su milkshake. Él agradeció y Pedro volvió a su puesto de trabajo.

—¿Qué es esto chico fresa?

—¿Como qué es? Son dos milkshakes de banana.

Bromeó.

—Oh, ¿es en serio? No lo sabía.

Dijo Luna con cierto tono sarcástico y Matteo rió ante su gesto.

—Vamos chica delivery, ésta vez me tocó a mi hacer un delivery. Y algo me dice que este milkshake es tu favorito. —Luna sólo rió y asintió. Matteo correspondió y le dio un sorbo a su bebida.— Ahora, dime. ¿En qué tema debo ayudarte?

—El sistema solar. —Respondió muy segura— Se me ocurrió mezclar un poco de ecología, para poder hablar de la energía que produce el sol.

—Pan comido —dijo él mientras la miraba con atención—, en mi casa tengo un par de apuntes que creo que te servirán.

—Gracias Matteo. Eres genial.

—Ya lo sé.

Dijo victorioso y Luna rió rodando los ojos.

disaster; lutteoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora