Noyaux

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Noyaux

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Suspiró, apoyándose en la fría roca que tenía detrás y jugueteando con el colgante que llevaba puesto.

Lo cierto era que jamás le habian gustado las piedras, las consideraba seres inertes que no tenían más utilidad que para hacer daño, crear inmensas montañas o hacer una casucha miserable. Pero eso quizá la princesa no lo sabía, a juzgar por el regalo que constaba de, precisamente, una piedra.

Miró a la luna, con una sonrisa que, de haberse visto en un espejo, habría calificado de estúpida y cerrando los ojos en el proceso. Rememoraba la emoción en aquellos ojos violetas —los cuales desde temprana edad le habían cautivado— y no pudo negarse a aceptar el regalo.

Era tan tonta... El que debia protegerla era él, y no al revés, aunque lo cierto era que se había vuelto muy fuerte físicamente, tanto que no dudó en apostar aquella vez todo el dinero del que disponía por ella. Sin embargo, sentimentalmente era muy débil y lo había arrastrado a él, además, porque ahora sí veía una oportunidad que era opacada por el constante brillo de Soo-Won...

Sacudió la cabeza y volvió a mirar el colgante. Sí, detestaba aquellos seres inertes y poco útiles pero aquella piedra era la excepción.

Porque nunca podría detestar algo que venía de su querida princesa Yona.

Butterfly of NoyauxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora