Un rayo de luz impacto sobre mis ojos medio adormilados tan inesperadamente que me puse en guardia en el momento. Agarre la bayoneta que tenia colgada en la cinta de mi cadera y de un salto me adentre entre las sombras colocándome en la parte más oscura del vagón... un momento... ¿un vagón? Intente observar a mi alrededor, pero la vista se me nublo dejando paso a un negro intenso ante mis ojos. La boca me sabía a sangre y mis manos pegajosas y magulladas temblaban sin cesar ante tal malestar repentino. Deje caer el peso de mi cuerpo hacia abajo para que mis piernas inestables cayeran en el suelo del vehículo, apoyando las rodillas y ambas manos sobre él para darme cuenta seguidamente de como una pequeña hilera de sangre me brotaba de la sien y me resbalaba hasta llegar a la comisura de mis labios secos y cortados.
- Néleon...- musite escupiendo un tanto de sangre.
Una figura oscura sumida alrededor de ropajes violáceos, que hasta entonces no me había prestado atención, clavo su rostro en mí. "Quien pudiera poseer tal belleza y tal cruel maldición" dije en mi interior al recordar con la vista aun caída en las tinieblas el precioso semblante de mi acompañante.
- Buenos días Cam. ¿Cómo se encuentra? Ha dormido demasiado y ya estamos por Manearh. Pronto llegaremos a la zona de Ominon. - me dijo de forma distante y con gran rapidez con su singular voz melódica, haciendo que esta se notase fría y lejana.
Tras varios minutos, mis ojos volvieron a observar la escena donde me encontraba dejando paso a la larga silueta de Néleon un poco más allá.
Los vendajes blancos que cubrían sus ojos y gran parte del rostro se veían impolutos, como si le hubieran colocado delicadamente un trozo de escharcha encima de sus mejillas rosadas y de su pequeña nariz puntiaguda para simbolizar la pureza y, al mismo tiempo, frialdad de sus ojos inservibles, culpables de una ceguera intensa e injusta que le había otorgado la vida; destacando así su semblante ante sus moradas prendas de segunda mano.
Me observaba, no podía verme realmente pero salía que de alguna manera me observaba de la forma menos disimulada posible. Me estaban admirando en ese instante con su simbólica "mirada de halcón" como si pudiera rastrear mi piel en busca de algo tras su venda.
Al instante desvió la cabeza y tanteo entre sus bolsitas de terciopelo hasta coger uno de sus pequeños frascos medicinales y un par de hojas de algún árbol exótico para macharlos conjunto a unos frutos silvestres, que conseguimos hacia ya unas semanas y que, aunque se estaban pudriendo por momentos, eran comestibles cuando el estomago pedía alimento.
- ¿Qué tal tu reencuentro? – pregunto cabizbaja mientras introducía esta vez una sustancia azulada dentro del frasquito.
- Bien. - dije escuetamente enderezándome.
A tal respuesta Néleon me regalo una de sus fugaces medias sonrisas. Sabía que no estaba bien, nunca estaba bien después de uno de aquellos sueños. Nunca supe del todo porque Néleon llamaba "reencuentros" a estas pesadillas infernales, aunque en realidad, nunca supe porque le conté lo que me pasaba. Quizás porque le debía un favor o porque era la única persona que tenía el privilegio mínimo de ser llamada "conocida" por mi parte, pero aun así no confiaba en ella, no confiaba en nadie la verdad y ella lo sabía, pero aun así seguía a mi lado.
Me entrego al vuelo el pequeño bote de cristal y me lo bebí sin que ninguna de las dos partes pronunciásemos palabra. Aquella bebida maloliente me llenaba de vida, podía ser veneno o quizás algún extraño elixir que reviviera el alma, nunca pregunte, lo único que me importaba era deshacerme de esa maldita sensación con la que me despertaba con cada cabezada.
- Y... ¿recordaste algo?
- Nada. - mentí.
- Bien, bien.- murmuro sin interés mi joven compañera mientras que ordenada en su bolsa sus ungüentos de bujería.
Me levanté al sentir corriendo por mis venas el impulso de vida que me había dado esa sustancia del demonio y me dirigí hacia una de las ventanas entre abiertas del vagón para observar el impresionante paisaje de Manearh.
Un enorme acantilado se desplego ante mis ojos dejándose ver encima un cielo rojizo chocando con las montañas de Ominon a la lejanía. El césped verde y azulado que se veía crecer al fondo de la gran brecha del suelo era realmente hermoso y horrendo a la vez, con su arboleda y su naturaleza muerta intentado sobrevivir a su alrededor. Un paisaje desolador a la vez que embriagador.
Néleon se puso a mi lado para poder observar a la nada, mientras que yo me limpiaba con los dedos los últimos rastros de sangre seca que tenía en la sien y en la barbilla.
- Hermoso.- susurro.
- Si. - dije sin saber cómo me podía a ver leído la mente de esa manera o como podía ella ver tan bello espectáculo.
Se despojo de su capucha y recogió su larga melena grisácea en una coleta mal hecha, apoyo ambos brazos en la ventana y nos quedamos en silencio de nuevo.
Nunca lo reconocería, pero no sabría que hacer sin ella.
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Hola a todos y a todas, este es el comienzo de La Dama de los Sueños y os agradecería que tuvieseis un poquito de compasión por si está mal redactado en algunas cosas o con alguna falta de ortografía por ahí suelta, ya que es mi primer libro. (No os preocupéis más adelante iré corrigiendo estos fallitos)
Espero que os guste mucho y dentro de nada estará el segundo capítulo :3
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TIERRAS INMEMORIALES: La dama de los sueños
FantasíaDos almas unidas por el destino sin poder encontrarse, atadas al nacer y separadas por una guerra infernal, que sin saber, han comenzado; lucharan para recuperar la armonía perdida en la Tierras Inmemoriales. ¿Sabrán como salvarse o se hundirán en e...