Siempre vamos en busca de algo más, nunca nos alcanza con lo que tenemos. No nos damos cuenta de que en la simpleza se encuentra la belleza. El atardecer con el sol desplegando luces tenues que cambian en matices rosados y amarillos el color del cielo, la geometría de una flor y su aroma, poder disfrutar de la compañía de alguien a quien apreciamos, escuchar la música que nos gusta en la más bella soledad, observar un cielo estrellado acompañado de una luna plateada. No necesitamos cosas materiales costosas para ser felices. La ambición nos enceguece y no nos permite apreciar los valiosos detalles, cosas pequeñas que tienen un significado más grande que cualquier cosa que pueda comprar el dinero.
