Psicólogo/Scisaac [maratón 4/4]

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(N/A: Isaac tiene 18 y Scott 29, au)

Me senté frente a aquél escritorio vacío, según mi madre el psicólogo estaba de camino, y llegaría pronto.

- No necesito ésta mierda, debería largarme. - me dispuse a levantarme de mi asiento cuando la puerta se abrió estrepitosamente, dejándome anonadado.

- Lo lamento, Isaac, me atoré en el tráfico. - venía con la mirada en unos papeles y cuando la cambió hacia mi, se quedó visiblemente impresionado. Se mordió el labio, sonriente, yo me sonrojé, porque vaya qué era guapo. - Soy el doctor McCall, pero puedes llamarme Scott.

Me extendió su mano y la acepté, temblando ligeramente y sin decir nada, sabía que empezaría a tartamudear.

- Siéntate, vamos a empezar. - le obedecí y volví a mi asiento. - Dime, Isaac, ¿eres soltero? - lo miré con el rostro encendido hasta las orejas, su risa sonora hizo que el calor se intensificara aún más. - Solo bromeo, chico. Empecemos ahora si.

La hora siguiente me la pasé tranquilo hablando con Scott, me preguntó como había iniciado mi adicción a las drogas, que me había llevado a querer probarlas y lo que sentí cuando empecé y dejé de consumirlas, cooperé lo más que pude, tratando de explicarme con exactitud. Al final de la consulta, se despidió de mi con un beso en la mejilla y casi corrí fuera del consultorio y el hospital.

Pasaron los meses e iba cada dos días a ver a Scott, cada vez éramos más amigos y en vez de hablar de mi adicción, hablábamos de nuestros días y si uno estaba estresado hacíamos chistes tontos toda la hora. Aunque estaba claro que lo que yo sentía por él, iba mucho más allá del cariño que le tienes a un amigo. Y a veces presentía que el sentía lo mismo. Miradas furtivas, sonrojos tratando de ocultarse tras nuestras manos y caras a veces demasiado cerca, demasiado tentador.

Era el octavo mes que iba a consulta con Scott y era la primera vez que me invitó a salir a un lugar que no fuera su consultorio. Íbamos a ir al cine, y aún así para algo tan informal, estaba aterrorizado por no saber qué ponerme. Allisson me miraba divertida desparramada en mi cama.

- ¿Podrías por lo menos dar un consejo, no? - me quejaba mientras me miraba al espejo con desaprobación. El reflejo de su mejor amiga rodó los ojos y se levantó de un salto, sonriente.

- Eres un desastre, Isaac. - sacó de mi armario unos jeans entubados y un suéter lila que me quedaba algo grande de las mangas, esculcó entre mis zapatos y sacó unas vans negras. - Vístete, si no te gusta, usaré mi paga de un mes para comprarte helado. - me sonrió desafiante y corrí al baño. Al salir del baño ya vestido no pude evitar hacer un pequeño berrinche, mi amiga me miró confundida.

- Me encanta, maldita sea. Yo quería ese helado. - hizo un baile algo ridículo y me reí junto con ella, miré la hora y faltaban diez minutos para que Scott llegara por mí. Allisson me dio un beso en la mejilla y poco después escuché la puerta de mi apartamento abrirse y cerrarse. Cepillé rápidamente mis rizos y me miré al espejo, Allisson tenía un excelente gusto. Justo al meter mi celular en el bolsillo de mi pantalón sonó el timbre. Nervioso hasta la médula me asomé por la mirilla de la puerta y vi a Scott al otro lado.

- Hola, ¿listo? - asentí en afirmación y salimos juntos del edificio. Al llegar al cine él se acercó a una taquilla de la más reciente de terror.

- ¿D-de terror? - él me miró e hizo un puchero tierno, me tomó del brazo y caminé rápido junto a él a la entrada de la sala, la función llevaba unos minutos de haber empezado. Justo antes de que se apagaran las luces me susurró al oído.

- Si te da miedo, abrázame. - y vaya que le hice caso. Salté y grité mil veces toda la película y Scott solo reía ligeramente, yo lo regañaba pero al poco tiempo después ya me estaba asustando de nuevo.

Salí del cine temblando y estrujando las mangas de mi suéter. Scott tomó mi mano y caminamos así hasta el estacionamiento. El temblor de mi corazón había reemplazado al de mi cuerpo. Llegamos al edificio donde vivía y ya nos estábamos despidiendo en la puerta, Scott se dio la vuelta para irse pero lo llamé.

- Scott. - se acercó otra vez hasta mi y quedamos muy cerca, me acerqué aún más y ahora solo centímetros nos separaban. - Creo que sigo siendo adicto. - me colgué de su cuello y su sonrisa se ensanchó, sus manos tomaron bruscamente me caderas. - Solo que ahora soy adicto a ti.

Me besó con fiereza y me estampó contra la pared del pasillo, gemí sin poder evitarlo. Nos besamos desesperadamente en el pasillo, Scott empezó a meter su mano por debajo de mi suéter y lo detuve con un gemido.

- Vamos adentro, Scott.

Scisaac and Sterek one-shots [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora