Me gustaba
su sonrisa,
sus ojos se escondian
entre sus mejillas
provocando que estos
casi no se vieran,
pero dando paso
a una sonrisa hermosa.
Era una sonrisa
que deja a cualquiera
anodadado,
tan inocente, infantil
y aunque no lo parezca,
cruel.
Ardiente como el infierno
y cruel como el mismo diablo,
tras una cortina
de ternura que
nadie imaginaria
lo que esconde.
Las apariencias engañan
cariño,
ten cuidado
de los demonios
disfrazados
de ángeles.
Después de todo,
Dios desterró del cielo
al que fué,
su ángel más hermoso y fiel.