II
Kent Anderson Thomas caminaba despreocupadamente por el frondoso bosque que se hallaba junto a la ciudad. Su lacia y oscura cabellera ondeaba grácilmente por la suave brisa.
Consultó de nuevo el mapa y marcó con su bolígrafo una pequeña equis sobre la torre Myres, la más alta de todo Ángel City. La misma estaba cubierta por inmensos cristales negros que dotaban de una siniestra oscuridad a sus cincuenta pisos de altura.
Ante él se dibujaba una tenue cuesta. Aceleró el paso al ver que comenzaba a anochecer. Observó el Rolex dorado que sujetaba su muñeca izquierda, marcaba las nueve y cuarto de la noche.
Volvió a dirigir su vista al frente, el sendero se dividía en dos. Se giró nervioso, no recordaba por dóndehabía entrado. Respiró profundamente y tomó el camino que se encontraba a su derecha.
—Espero que sea por aquí. —Frunció el ceño y se acarició la barbilla.
El bosque comenzó a espesarse a su paso, observó desolado el panorama y suspiró profundamente.
El trino de los pájaros había cesado. El único sonido que emanaba de aquel bosque era el sutil crujido de la hierba fresca bajo sus pies. Asumió con desdicha que se había perdido. Él, un chico de campo perdido en un bosque "de ciudad"...
Aceleró de nuevo el paso, tratando de no pensar en ello. Sentía cómo la angustia comenzaba a crecer en su interior.
Al pasar junto a una enorme roca pudo observar momentáneamente una sombra, le pareció verla moverse pero decidió no darle demasiada importancia, pensó que debían ser los nervios. La situación le superaba.
Se detuvo para secarse el sudor que recorría su rostro. Observó de nuevo la sombra y suspiró.
— ¿Puedes ayudarme? —Su voz retumbó con fuerza en la oscuridad.
No obtuvo respuesta.
Se sentó de cuclillas y rió. Reparó en su risa, casi no podía contener los nervios. Observó al espectro que continuaba erguido ante él. Sintió que un escalofrío le recorría la espalda.
Se alzó bruscamente y anduvo unos cuantos metros muy despacio. Escuchó un crujido tras él, volvió la mirada al instante. Kent comenzó a correr tan rápido como podía. La desesperación se apoderó de él y sus ojos se humedecieron.
La sombra corría tras él velozmente, Kent se temía lo peor. Trató de acelerar más, pero sus piernas no respondían. Quien quiera que fuese estaba a punto de alcanzarle.
Se ocultó tras un gran roble y buscó en el suelo algo que poder usar como arma. Se aferró con fuerza a una piedra de considerable envergadura y esperó. No escuchaba nada, excepto su agitada respiración. Se acercó al borde del tronco lo suficiente como para observar un ligero destello que provenía de la mano de aquel ser. Por su tamaño dedujo que debía ser un bisturí. Sintió como su corazón se aceleraba.
Cerró los ojos con fuerza y comenzó a rezar para sí mismo. Segundos después escuchó unos pasos, parecían alejarse. Esperó un breve instante hasta que no escuchó absolutamente nada. Sonrió y suspiró dirigiendo la vista al cielo, parecía que alguien había escuchado sus súplicas.
De pronto sintió un profundo dolor en el hombro. La sangre brotaba descontroladamente tiñendo de rojo el polo blanco que cubría su torso.
Su cuerpo se paralizó y no logró moverse, el pánico le había dominado por completo. Lo último que vio fue como aquel hombre sacaba una mascarilla blanca del bolsillo de su gabardina. Se abalanzó contra Kent y presionó su boca y su nariz hasta que el efecto del cloroformo invadió sus vías respiratorias y perdió el conocimiento.
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El asesino del bisturí ©2013
Mystery / ThrillerUna serie de asesinatos asolan Ciudad del Ángel, la capital de la Isla del Ángel, situada en el llamado "Sexto Continente". El agente de policía Sammi Hämälainen y sus compañeros inician una investigación para dar con la identidad y el paradero del...