Los misterios de Hollowick

Capítulo n°20 - Los recuerdos enredados

La Sala del Guardián estaba llena de murmuros aquella tarde. Todos hablaban y especulaban sobre el incidente ocurrido el día anterior. Tenían claro que Horux andaba detrás y no podían esperar más tiempo. Lo último que Hollowick necesitaba en ese momento eran más ataques homicidas. Además, con Arthur fuera sería casi imposible ganar una batalla, puesto que él es uno de los pilares más poderosos del lugar, del mismo modo que Harrison lo fue.

-Debes de estar de broma, abuelo. ¿Vamos a salir a las seis de la mañana? - preguntó Sarada leyendo en panfleto donde el maestro había anotado las cosas necesarias. Nada fuera de lo normal; el material de entrenamiento, así como armas especiales, la escoba voladora, un botiquín de medicina, algún que otro abrigo, comida y la varita mágica, por supuesto. Seamos concisos, en Hollowick nada es común, pero allí todo eso es de lo más natural.

-No te agobies, querida. - contestó Andy con una sonrisa burlona. Le encantaba meterse con la nieta de Asellus. Ella estaba acostumbrada a sus comentarios, pero no dejaban de tener efecto. La chica le contestó con un corte de manga, a lo que el maestro la miró con reprobación. - Puedes dormir durante el domingo entero.

-Es la única manera de estar allí antes de que anochezca. Iremos volando. - el anciano miró a Celia, quien permanecía observando el Dinam, que estaba encima de la mesa. - ¿Ya has aprendido a montar en escoba, hija?

-Sí, maestro. Joe ha estado dándome unas clases esta mañana. - lo miró de reojo y él sonreía triunfante.

-Es bastante buena. - habló el chico y recordó el increíble suceso que ocurrió después de verla dormir. - Por cierto, tenemos que comunicarle algo importante. - Asellus acercó más su cara a la mesa, prestando una atención casi tangible. - Lo ha conseguido, profesor. Celia ha logrado activar el Dinam. - De repente, se hizo el silencio en la sala. Ninguno de los presentes se lo creía y la miraron como si fuera algo extraordinario. Y lo era, pero Celia no conseguía disiparlo en su mente.

-Impresionante, Grohl. - dijo Asellus anonadado. - ¿Puedo preguntar cómo lo has hecho?

-Fue mediante un sueño. Se quedó dormida con el amuleto al lado y cuando entré a su habitación estaba vibrando. No nos hemos atrevido a probar su fuerza, pero las ondas que desprendía eran grandiosas, sin duda. - dijo Joe.

-Creo que Celia puede explicarse por sí misma. - habló con desdén Casie y recibió una mirada asesina por parte de Sarada.

-Sí. Eso fue lo que ocurrió. - aclaró la rubia tratando de ignorar el comentario de la morena.

-Te vas a convertir en una leyenda, Celia Grohl. - le dijo Andy acompañado de su típica sonrisa compradora. Era realmente atractivo.

-Bien. Lo llevaremos con nosotros en el viaje. Hasta entonces puedes probar a utilizarlo en casa, con mucha cautela. Por favor. Arthur volverá el domingo. No podéis ni imaginar el poder que posee el Dinam. - advirtió el anciano. Estaba muy orgulloso del legado que Harrison Grohl le había otorgado al mundo mágico. Esa chica era maravillosa. - Bien. Si no tenemos nada más que discutir, podéis volver a vuestros aposentos. No penséis demasiado en las tiendas de campaña, yo me encargaré.

-Acabas de quitarme un peso de encima, maestro. Literalmente. - comentó con gracia Paul y todos allí rieron. No se llevaban tan mal a fin de cuentas, pero llevaban tantos años juntos que la confianza comenzaba a arder.

Andy agarró a Celia en la entrada para preguntarle qué fue lo que ocurrió la noche anterior y el porqué de su ausencia. Ella le explicó que no podía salir de casa debido a las normas de seguridad impuestas por Arthur, que Joe le recordaba constantemente. A él no le pareció mala idea en absoluto, pero pensaba que su profesor estaba exagerando un poco. Celia le explicó que tenía que volver a la otra dimensión para ver cómo estaban funcionando las cosas y que por lo tanto, no se verían hasta el lunes. Se disculpó por ello, ya que tenían una charla pendiente relativa a la hermosa sirena, Larey. Hablarían más adelante.