¿Quién es este profesor?

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          El día que comienzan las clases es, con diferencia, el peor de todos los días del año. La gente suele tener la esperanza puesta en un mañana que por narices ha de ser mejor que el día de hoy, si resulta que has tenido un día de mierda, a saber por qué razón, como si eso fuese a cumplirse siempre, sin saber que esa expectativa positiva no aplica para el asqueroso y venidero ''primer día de clase'' que, conforme van pasando los años de la vida de un estudiante, se va pareciendo a una pesadilla de más bien unos doscientos días de duración. Tampoco es que los haya contado, pero ¿qué más da cuánto dure la pesadilla? Como pesadilla que es, lo mejor es no pensar en ello. El caso es que el día que empiezan las puñeteras clases es hoy y tal día nunca puede tratarse de algo bueno. De antemano sabes que va a ser un día más marrón que negro —por ser un día de mierda—; y la sola pronunciación de las cuatro palabras que componen la temida frase primer-día-de-clases te da arcadas a más no poder. Como para querer vomitarle todo el desayuno al primero que se te cruce por la calle, sin importar que esté en tu misma situación o una peor. Aunque yo hoy no he desayunado.

          Camino por la calle con las manos metidas dentro de los bolsillos. Cuando la gente ve a alguien como yo transitando por donde inevitablemente tienen que pasar, cuando la gente se da cuenta de que la "chusma" a la que pertenezco está a punto de meterse en su camino de rosas, normalmente suelen cambiarse de acera. Y no, no me refiero a eso. Es verdad que la gente, a veces de forma más disimulada y otras de forma más descarada, cruza el primer paso de peatones que su vista de animalillo indefenso alcanza a ver y se apresura a perderme de vista lo antes posible, como si de un enfrentamiento entre un depredador y su presa fuera la cosa.

          Me topo con un espécimen del tipo que de forma indiscreta no quiere mantener más que un breve contacto visual conmigo —aunque lo suficientemente largo como para darse cuenta de la guisa que llevo...—, y le grito:

          —¡Eso, eso! ¡Corre, que voy a por ti!

          Le veo apretar el paso y nos perdemos de vista de forma definitiva. Sonrío para mis adentros, aunque en la cara lleve impresa otra expresión distinta. La idónea para amedrentar. La previamente preparada y moldeada para la ocasión de salir a la calle y evitarte el encuentro con cualquier subnormal que se atreva a caminar por la misma acera que tú. Y siempre funciona. Siempre.

          Cuando me da por mirar el reloj de pulsera, reparo en que restan todavía quince minutos para que suene la campana. Y yo que me había propuesto llegar un poco tarde para joder... Pero no puedo resistirme a la tentación ni puedo evitar dejarme arrastrar por la dulce idea de que, como cada año, llegará otro profesor novato al instituto. Es una academia privada que se llama "Academia Privada Paraíso", para estudiantes senior, aunque de paraíso no tiene nada, solo el nombre. Los que allí tenemos que ir bien lo sabemos. El único que no sabe lo que le espera hasta que no se ve acorralado entre las cuatro paredes de la clase mugrienta es el profesor. No, no sabe lo que espera. Los novatos que son enviados a esta academia vienen tan solo con una vaga idea de que les ha tocado la peor institución educativa del mundo entero para ejercer las prácticas de la universidad... Para ellos: la peor de las malas suertes; para nosotros: un pequeño paraíso, aunque solo dure unas pocas horas, porque luego salen cagados por patas y no los vuelves a ver más. Y se acaban las bromas. Pero al menos no resulta tan aburrido. Quizá el primer día no sea tan malo... Quizá.

          El bullicio de la clase ya se oye desde lejos, bien lejos empezado el pasillo; en la clase estamos todos y todos estamos preparados. Por las mesas rulan las típicas navajas que pueden sacarte con facilidad los ojos de las órbitas, como si estos fueran las frágiles esferas oculares de un muñeco de plástico. También contamos con la presencia de nuestros inseparables bates de béisbol con pinchos incluidos, mis preferidos: aquellos que unos cuantos ya se han agenciado para aporrear al porvenir humano que debe de estar al caer. Estamos listos, somos un grupo fuerte y numeroso que piensa arremeter contra alguien que seguro cree que va a comerse el mundo y que, con un poco de suerte, en un futuro logrará ganarse un dinerillo trabajando como profesor, esclavo de por vida de ese oficio que a buen seguro llegó a odiar con fuerza de pequeño por culpa de aquellos que lo ejercieron, y que te ancla a un escritorio y una silla a los que vas a pasar pegado muchas, muchísimas horas colocando suspensos en la parte superior derecha de folios de exámenes que no sirven ni para sonarse los mocos.

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⏰ Última actualización: Dec 23, 2017 ⏰

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