El día que le diagnosticaron cáncer a mi madre fue realmente duro. Tuve que empezar a replantearme sobre si terminar los estudios, ya que si mamá estaba enferma, alguien tendría que llevar comida a casa y costear de alguna manera los materiales escolares de Roberto. Ya había cumplido los 16 años y, con suerte, podría aspirar a una beca para pagarse los estudios. La verdad es que estaba muy centrado en ello, y yo muy orgullosa. A mi también me hubiera gustado poder acabarlos, pero me han tocado otras circunstancias. Después de pasar días y días pensando en qué me podría dedicar, tomé la decisión de ser sirvienta. Tenía experiencia en todo lo relacionado con el hogar ya que mientras mi madre trabajaba, yo mantenía la casa limpia y en orden. Y ahora aquí me veo, colocando carteles por toda la ciudad por si a alguien le interesa. Espero tener suerte. Al terminar, decido ir a la cafetería donde trabaja Rebeca, una gran amiga mía.
—¡Alejandra! Qué alegría verte —dijo al verme entrar en el establecimiento. Sí, me llamo Alejandra. Lo siento por no haberlo dicho antes.
— Hola Rebeca, ¿qué tal todo?
— Pues ya ves, aquí currando. Y dime, ¿ya has decidido que hacer respecto al trabajo?
— Sí, bueno, he decidido probar a ser sirvienta. Por cierto, un café.
— Genial cariño, espero que todo te vaya bien —dijo retirando la taza de la máquina—. Y ya sabes que aquí me tienes para todo.
— No sé qué haría sin ti.
Después de esas palabras, Rebeca se dirige a un cliente que le acababa de llamar. Cuando termino mi café, dejo el correspondiente dinero encima de la mesa y me voy, despidiéndome de Rebeca.(...)
— ¿Ya has pegado todos los carteles?
— Sí, mamá, todos.
— Siento todo esto. Te prometo que cuando salgamos de esta, ahorraré lo que gane trabajando para que puedas retomar tus estudios —me dio un beso en la frente.
— No me des más besos en la frente, por favor —dije molesta.
Ese tipo de besos me recordaba a la noche en la que mi padre se marchó. No quería saber nada de él nunca más.
— Lo siento, mi niña —esta vez me acarició suavemente el pelo—. Espero que todo vaya bien.
Dándole un abrazo a mamá, me dirijo a mi habitación para descansar en mi cama, cerrar los ojos e intentar dormir...
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Su sirvienta.
Teen FictionEl día que mi padre se marchó, algo me dijo que desde ese momento todo, absolutamente todo, iba a ir mal. Lo peor es que estaba en lo cierto.