Amanda

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Esta es la historia de una recién nacida que fue abandonada por su madre en un botadero de basura. Su madre, llamada Isabela, era una adolescente de 15 años de edad, y su padre, Emiliano, un joven de 18 años. Ambos se conocieron en la secundaria. Se enamoraron y en una de sus cuantas escapadas hicieron el amor.

A pesar de que eran muy jóvenes, conocían lo que era el verdadero amor, tenían claro la diferencia entre hacer el amor y tener sexo.

Los adolescentes analizaban día a día la manera de sacar a delante a su hija – ya sabían el sexo –  pero no la encontraban. Isabela no había terminado la secundaria, tenía 15 años, apenas estaba cursando su noveno año, y a Emiliano le faltaban meses para sacar bachillerato. Por desgracia era un adicto a la marihuana. Estuvo varias veces en la cárcel por consumir drogas, agresión a su madre, y por robo. En fin, no quiso seguir estudiando y decidió dedicarse a la venta de drogas junto con sus hermanos.

De manera ilegal e incorrecta, Emiliano y sus hermanos se ganaban el dinero, el cual era repartido; una parte era la ganancia de Emiliano y sus hermanos, la otra parte era para Isabela, para que ella comprara los pañales, un poco de ropa y comida, para cuando naciera la niña.

Después de varios meses la niña nació. Era blanca, ojos verdes como los de su madre, era hermosa. Isabela, al ver a su niña se atacó a llorar y la tomó en sus brazos fuertemente. Emiliano, a pesar de ser un joven de muy malas costumbres, era un hombre con buenos sentimientos hacia su novia, y desde ese día los tendría también hacia su hija, Amanda.

Pasaron los meses y Amanda ya estaba grande. Vivía con sus padres en una casita no muy lujosa, lo normal, en un pueblo muy lejano de la ciudad. Cada fin de semana, Emiliano viajaba para comprar la comida y algunos juguetes para Amanda, nunca regresaba a casa sin nada para darle a su hija. Amanda era lo que él más amaba en el mundo, aparte de su novia, Isabela.

Una noche, mientras Amanda dormía, Emiliano se acerco a su novia y le dijo:

- No sé si te has dado cuenta, pero desde que Amanda nació, ya no nos tocamos, no nos besamos, ya no es como antes - dijo agarrando la cara de Isabela, mirándola a los ojos.

- Tienes razón mi amor - le contestó Isabela dándole un beso, un beso que los llevó a la cama, un beso apasionado y lleno de amor.

Esa noche se besaron como si fuera la última vez, acariciaron y estimularon cada parte de su cuerpo, sus lenguas se encontraban cada vez que sus labios se rosaban, las manos de Emiliano jugaban con el pelo enredado de Isabela, ella gritaba de placer con cada una de las fuertes embestidas de Emiliano, ambos sudaban, Isabela aruñaba la espalda de Emiliano y él la embestía con más fuerza haciendo que ambos tuvieran un fuerte y placentero orgasmo.

Emiliano cayó en el pecho de Isabela, ambos habían vuelto a sentir ese amor tan grande que una vez llegaron a sentir. Isabela se acomodó delicadamente cerca de Emiliano y le susurró – Te amo, siempre estaremos juntos – Los dos cerraron sus ojos y descansaron hasta el día siguiente.

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