Todo niño teme a tres cosas: fantasmas, ladrones y la maestra; aunque yo era niño, no temía a esas cosas...bueno, temía a la maestra, pero era imposible no temerle, esos vestidos de gamas grises y su automóvil de los 80' asustaba a cualquier niño con la basta inocencia de diferenciar entre el bien y el mal.
Mi rutina diaria era simples. Me despertaba a las siete todas la mañanas, me daba una ducha, desayunaba y ya sin perder tiempo me marchaba. Cada mañana hacia mi máximo esfuerzo por llegar a mis clases a hora, nunca podía, siempre se me pasaba el ómnibus y debía correr detrás suyo en lluvia, sol, frío y calor. No recuerdo haber faltado a clases nunca, ni una sola vez. Mi padre tenía la loca idea de que si faltaba un día me perdía el año completo, además tenía un rico "estimulante", un cinto de cuero antiguo que sujetaba su único pantalon verde olivo, que le hacía parecer un viejo veterano de guerra.
En la escuela llevaba varios nombres como Mozart , Niño música, Nene Clásica entre otros. Realmente era un privilegio que me llamen Mozart, yo no tenía problema, era un honor que me tilden así, pero a mi madre, ella si lo tenía, era la razón por el cual venía prácticamente mensualmente a reclamar en la escuela, ella pensaba que así me ayudaba, pero solo me arruinaba aún más de lo que ya lo estaba. Aunque mi madre me hacía pasar vergüenza día a día, creo que fue eso lo que me hizo amarla más, entre discusiones y lágrimas me había enamorado de mi madre como nunca me enamore de nadie antes.
ESTÁS LEYENDO
Melodías que sanan
DiversosDe niño su madre lo inspiró a amar la música, aunque a su padre no le agradaba el hecho de que dedique su tiempo a la misma. Toda su infancia tuvo sólo una discusión, la cual día a día se repetia, hasta parecía que estaba atorado en ella. Un oscur...