Kurama-san, ¿está celoso?

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Llovía.

La lluvia azotaba levemente los techos de Konoha, y eran muy pocos los aldeanos que caminaban por la calle. Entre ellos, se encontraba Uzumaki Hinata.

La mujer de corto pelo negro llevaba un paraguas morado, y colgado en su brazo la bolsa de compras.

Caminaba tranquilamente, disfrutando del sonido de las gotas de lluvia al caer en su paraguas, y al gotear en los bordes las encontraba un buen espectáculo. Las gotas tenían un hermoso brillo que le hacían mostrar una sonrisa.

Ese día, su marido, Naruto, había salido a una misión junto a su compañero Kiba y Akamaru, para rastrear a unos ninjas renegados, que según los rumores que se escuchaban, estaban cerca de la aldea.

A pesar de la noticia, ella se encontraba en calma. No era porque se sentía confiada por sus habilidades, o creyera que nadie atacaría su hogar porque ahí estaba la familia del Héroe de Konoha, sino porque Kurama, el noveno y más poderoso Biju, se encontraba en esos momentos con sus hijos.

Hinata no pudo evitar sonreír, algo apenada al recordar cuando dijo que iría a comprar ingredientes para la cena. El zorro había insistido en acompañarla, pero, como no podían dejar a los niños solos, aceptó a regañadientes. Claro está, que antes de irse le dio un rosario de amenazas si se le ocurría hacer alguna estupidez en el camino....

Era extraño que le hablara así siendo ya adulta... como si buscara problemas...

Hinata se tapó la boca, para no soltar una leve risita. Kurama era tan sobre-protector con ella, aunque nunca lo admitiría...

Cierto... ¿Cuál era su relación con el Kyubi?

Nunca solían hablar mucho, y el zorro prácticamente nunca la llamaba por su nombre. Siempre se dirigía a ella como "Mujer de Naruto" o "Hyuga", aunque ella hubiera dejado el apellido al casarse con Naruto.

Aun así, ella sabía perfectamente que el zorro le tenía aprecio, tal vez no tanto como a Naruto y los dos pequeños de la casa, pero le tenía afecto...

¿O no...?

Hinata se detuvo en medio de la lluvia, pensativa...

¿Kurama le tenía aprecio...? ¿O solo actuaba tan distante y agresivo con ella por ser una persona especial para su Jinchūriki...? Al menos... ¿Él la veía como parte de la familia Uzumaki...? ¿O solo como una intrusa, y por eso el trato tan distante...?

El rostro de la pelinegra mostró un poco de tristeza...

"¿Seré...? ¿Seré una intrusa...?" se preguntó, preocupada.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por un gemido algo agudo. Extrañada, miró para todos lados, hasta encontrar la fuente del sonido...

En la esquina de la calle, bajo la lluvia, apareció un pequeño perrito de pelaje color crema, sucio por el lodo, y con su patita sangrando, por lo que cojeaba.

-Ay, no...- murmuró Hinata, y se acercó de inmediato al cachorro, que gemía constantemente. Al verla, el perrito tembló de miedo- Tranquilo, pequeño- le dedicó una cálida sonrisa, y, para que confiara en ella, le tendió su mano.

El cachorro, algo temeroso, olfateo sus dedos, y, después de tener confianza, se acercó a la pelinegra, quien sonrió, y lo tomó en brazos, procurando que el paraguas los cubriera a ambos.

-¿Qué te pasó en la patita, pequeño?- le sonrió maternalmente Hinata, mientras el perrito se acurrucaba en sus brazos, temblando- Tranquilo, tranquilo... Ya verás que estarás bien. Yo te cuidaré-

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