Cuando por fin pude conciliar el sueño, ya estaba bien entrada la madrugada. Pensaba que cuando me despertara pensaría por un momento que todo había sido un sueño, que seguía donde debía estar. Pero no. Me desperté con la misma sensación de angustia y soledad y sabiendo perfectamente que todo iba mal, ni siquiera había soñado... No me queda ni el mundo de los sueños, pensé con amargura. Había ido a desayunar temprano, y al igual que en la cena de la noche anterior, no me encontré ninguna cara conocida, posiblemente bajarían a desayunar más tarde.
Ahora estaba deambulando por los pasillos sin saber muy bien que hacer, es domingo y el día ha amanecido nublado por lo que la mayoría de los estudiantes están dentro y también profesores, aunque ninguna cara me suena.
Es cuando me dispongo a subir a la torre de Gryffindor cuando le veo: alto, de barba y pelo blanco y gafas de media luna sobre la punta de la nariz. El corazón me salta en el pecho y quedo impresionada al ver a Dumbledore: es inconfundible. Un segundo después de asimilar que tengo delante a uno de los mejores magos de todos los tiempos, me hago paso entre varios alumnos que se apelmazan en medio del pasillo haciendo caso omiso de sus miradas de reproche y alcanzo al profesor cuando iba a bajar las escaleras.
―Señor... ―le digo dubitativa. Él se gira y parece sorprendido, pero un segundo después me sonríe. Intento devolverle la sonrisa, aunque es una sonrisa nerviosa.
―Señorita Bellamy, ―¿me conoce? ¿tendrá que ver con que a todos les sueno levemente o tendrá que ver con algo más? ―¿Puedo ayudarla en algo? ―Dios, ojalá que sí.
―Sí. Mmm... No sé, necesitaría hablar con usted. ―me percato de que me tiembla voz e intento controlarla. Le miro casi suplicante y él abre los brazos sin dejar de sonreír.
―Pues aquí me tiene. ―Declara. ¿Aquí? ¿quiere que hablemos en medio del pasillo del segundo piso con toda la gente que nos puede escuchar?
―Yo me refería a solas. ―digo en tono de disculpas, sobre todo al advertir que viste una capa púrpura de viaje ¿se va?
―¡Ah! A solas... ¿Tan importante es? ―Le iba a contestar, pero me hace callar con un ademán amistoso. ―No, no la cuestionaré. Si quiere hablar a solas, no hay ningún problema, al menos por mi parte. Pero tendrá que esperar unos días, ahora me temo que debo de irme. ―esto último lo dice con cierta pena.
Impone. Impone muchísimo, por eso me quedo parada medio segundo antes de contestarle.
―¿Y cuándo volverá?
―No lo sé, puede ser en tres días como puede ser en una semana. Nunca se sabe en estos asuntos. No olvides que estos momentos se está librando una guerra... de todos modos la avisaré cuando vuelva. Si quiere también puede consultar a alguno de los otros profesores.
¿Consultar a otro? No, ni de broma. No sé si es mezquino, pero sólo me fío de él. Puede que también me esté arriesgando al esperar tanto tiempo, pero no pienso que quedarme de brazos cruzados hasta que vuelva, seguiré indagando.
―Esperaré.
―Entonces la avisaré al volver. ―ya estaba bajando las escaleras cuando se da la vuelta y me mira con una leve sonrisa. ―Esta tarde hay entrenamiento de Quidditch, ¿Lo sabía?
Frunzo el ceño extrañada ¿Por qué me sale ahora con el Quidditch?
―Por su expresión diría que no lo sabe. ―algo destella en sus ojos, aunque no sé muy bien el qué. ―le recomiendo ir, aproveche el tiempo, señorita Bellamy. ―se da la vuelta y sigue su camino.
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Estrellas Fugaces {Sirius Black}
FanfictionAdhara ya está en el sexto curso de Hogwarts, y todos los años que ha pasado hasta ahora en el colegio han sido relativamente tranquilos. Su amiga Rose y ella son inseparables, junto con los demás Weasley y los hermanos Potter, incluso Scorpius Malf...