For ever

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Era un día de verano normal, parecido al día en que nos conocimos. Todavía recuerdo ese día como si hubiera sido ayer. Una amiga  nos había presentado y  nos caímos bien casi inmediatamente, intercambiamos números de celular y hablamos toda la noche todas las noches. No paso mucho tiempo hasta que ambos sintiéramos sentimientos muy fuertes por el otro. Pasaron tan solo 4 meses cuando él me dijo todo lo que sentía, yo le respondí con una sonrisa de lo más sincera y conteniendo las lagrimas de felicidad también lo amaba con todo mi corazón. Desde ese día fuimos la pareja más feliz del mundo, todos los días eran el mejor día de nuestra vida, tan parecidos pero tan diferentes, era como estar en el cielo.
La noche del 9 de septiembre el me invito a ver las estrellas en una colina, acepte y acudí al lugar sin tener la menor idea de lo que iba a pasar.
Se puso de rodillas, saco un anillo de su bolsillo y dijo que me querría para siempre, en lo bueno y en lo malo, fue un cuento de hadas hecho realidad. Mi respuesta fue la de cualquier chica de 22 años enamorada perdidamente de un chico, si.
Tuvo que irse de viaje un tiempo, decidimos que prepararíamos todo para el día siguiente a su regreso poder terminar lo que empezamos ese día en la colina. Estaba jugando con mi celular, en la estación, esperando a que bajara del próximo tren. No podía esperar a verlo y correr hacia sus brazos. Cada tren hacia que mi corazón latiera más rápido, y más, y más.
Ya estaba retrasado, 4 horas para ser exactos, y hacia bastante tiempo que no recibía ningún mensaje suyo. Me convencí de que en el camino no tendría señal para mandarme nada, o que quería sorprenderme y atacarme por la espalda. Me hubiera gustado que pasara lo segundo, bueno, pensar cualquier cosa era mejor que recibir esa llamada.
Estaba corriendo por los pasillos de aquel laberinto blanco, mi mente repetía el numero: 20, mientras que mis labios solo repetían la misma palabra “no”.
Entre a la habitación tratando de pensar que toda era mentira, pero era la cruda realidad, el estaba ahí, tendido sobre la cama, con una máscara de oxigeno y un suero. Lo agarre de la mano, no pude contener las lagrimas. El estaba consciente. Con las pocas fuerzas que le quedaban trato de poner su mano en mi cabeza para calmarme, no lo consiguió, al ver cómo le temblaba la mano y las pocas fuerzas que tenía solo consiguió que mi llanto fuera más desgarrador. Le pregunte al médico que había pasado:
Ocurrió mientras llegaba a la estación, un auto lo arrollo, tenia quebraduras de cráneo. Me dijo que su diagnostico era muy poco prometedor, no iba a pasar de esa noche.
Yo simplemente quería estar con él eternamente… Tuve una idea, una muy tonta para la situación en la que estábamos, pero estaba segura que le levantaría los ánimos. Llame al párroco del pueblo urgentemente, le explique la situación y acudió al instante, le pedí los anillos a una joven pareja que estaba afuera de la sala, sus ojos se llenaron de lagrimas y me los entregaron entre sonrisas.
Cuando el cura termino le dije “Quiero estar a tu lado por toda la eternidad”. Él solo me miro, sus ojos se humedecieron, no me dio una respuesta, nunca sabré si fue porque sabía que no le quedaba mucho tiempo o porque ya no tenía fuerzas. Simplemente dijo con un hilo de voz “recuérdalo por siempre aunque yo me haya ido, te querré para siempre y siempre estaré contigo”. Luego de esos el silencio, los sollozos y la nota unísona del “pi” inundo la habitación.
Dejo esto para que conozcan mi historia, ahora iré con la persona a la que amo. Adiós

Historias De Amor CortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora