II.

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Inicios de Agosto, 2011
Seúl, Corea del Sur


—Diablos, odio ésto. —Decía NamJoon a regañadientes mientras iba en el bus de transporte público, solo. Su amigo había dado marcha atrás porque su madre lo había llamado por móvil, algo enojada, por lo que el moreno, tuvo que ir sin compañía por su celular. —No puedo así, cómo fui tan torpe. —Seguía regañandose, no por el hecho de tener que ir tan tarde a un lugar algo peligroso por su gran descuido, sino que, ir con los oídos "libres" no lo dejaba relajarse. Odiaba tener que escuchar a la gente, los vehículos, en fin, todo aquello que no fuese música.

De esa manera, se fue todo el trayecto hasta la pequeña plaza, en donde el chico más bajo lo estaría esperando. Por lo que se bajó de inmediato en la parada y, casi corriendo, comenzó a buscar al pelicastaño. Unos cuantos metros más adelante, vio la silueta de éste, en una banca de espaldas, por lo que instintivamente sonrió, pero se dio cuenta de un tipo, que se acercó directamente a las cosas del ajeno. De inmediato se dio cuenta de las intenciones del sujeto, por lo que trató de avanzar un poco más rápido, pero, debido a esa acción del mayor, el delincuente lo miró y se percató, por lo que tomó un pequeño bolso y comenzó a correr en sentido opuesto, —que conste que el chico de provincia ni siquiera se movió— y sin pensarlo dos veces, fue tras el ladrón. El que no pudo avanzar mucho más allá, debido a que a esa hora ya andaba lo que llamaban "seguridad ciudadana", los que inmediatamente actuaron y, sin mayor dificultad, atraparon al tipo un par de cuadras más lejos que la plaza.

—Muchas gracias, señor. —Habló NamJoon, para luego, apoyar sus manos en las rodillas, encorbando un poco su espalda para poder tomar aire, debido a que hacía mucho tiempo que no se ejercitaba y ya estaba jadeando.

—No hay nada que agradecer, es nuestro deber como ayudantes de seguridad. Aunque no debiste arriesgarte, ¿si hubiera tenido un arma, qué hacías? —Mencionó el oficial mientras posaba su diestra sobre el hombro opuesto del alto, el que solo calló, intentando recuperar el aire aún. —Ah, joven, ten tus cosas. —Dicho ésto el señor, le entregó el bolso al moreno y se fue.

—Muchas gracias, de verdad. —Dijo haciendo un par de reverencias, para luego dar media vuelta y volver al lugar en el que el chico que tenía el celular propio estaba.

Poco más adelante, aquel joven, estaba sentado en la banca aún, y al parecer, sin darse cuenta de lo sucedido aún. Porque estaba con el móvil entre las manos, como si estuviese jugando en éste.

—Hey, chico toma tus cosas —Aquello lo dijo con la voz más alta de lo normal, para llamar la atención del más joven, pero aún así no lo logró.

—¡Una más y ya! —Fue lo único que el desconocido dijo, ni siquiera prestando atención a las palabras de NamJoon, el que, por cierto, yacía de pie frente al que estaba sentado, a escasos centímetros.—Caballero, me tapa la luz.

—¿Disculpa? —La voz de NamJoon ya no era como antes, amable, era todo lo contrario, seria y seca, con, tal vez, algo de odio en ella, incluso su mirada transmitía eso. Una sensación de miedo.

—Lo sie... —El joven bloqueo se celular y dirigió de inmediato la vista al que estaba de pie frente a él. Su expresión decía todo, tenía miedo y estaba aterrado de tan solo haber escuchado de esa forma la voz del mayor.—Lo siento... en serio —En cuanto reaccionó, se puso de pie e hizo una reverencia, y así se quedó.

—Chico, chico, está bien... —NamJoon se mostraba serio por fuera, pero por dentro estaba riéndose ‹ Noventa grados... un ángulo recto totalmente perfecto, vaya chico › — Está todo bien, ya párate, deja eso y ten.

( ♫ ) soulmates - vmonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora