Monster Love
Una mirada, una caricia, las palabras que embargaban el aire. Dos amantes malditos destinados a perderse una y otra vez con el pasar de los años. ¿Cuántas veces se habían separado?, ¿una...mil?, la cantidad de veces que sus almas se encontraron a través del tiempo, siempre con anhelo, con esperanza pero cruelmente separados. Se destino era portar aquella mortaja, su único traje. La vestidura final.
Sus ojos lo observaban con devoción, aquellos orbes obsidianas que le atraían cual magneto. Cuando los vio por primera vez supo que estaba condenado, que jamás se libraría de ellos. Esa mirada lo condeno a vagar por la eternidad con la esperanza de volver a sentir aquellos brazos que alguna vez le sujetaron con fuerza, ese pecho que lo protegió contra las frías noches de invierno. Aquel aliento que susurraba cariños mientras dormía. Su alma gemela, su otra mitad.
Juzgados, atacados, lapidados cruelmente por las personas que no comprendían por qué estaban juntos. Mal vistos por los demás condenamos a vivir entre las sombras para el deleite de los demás. Siempre bajo el estigma del pecado de que cometían cada vez que sus cuerpos se envolvían en uno, su amor era monstruoso, su amor era maldito.
Las noches eran su única compañía, entre aquellas cuatro paredes vivian los sueños que les eran negados. Envueltos entre las mantas construían un fuerte impenetrable, donde las murallas eran los recuerdos que durante años habían formado, aquellos que los hacían creer en un mundo donde ellos podrían ser libres de vivir su amor y tener su final feliz. Puede que a los ojos de los demás no fuera no correcto y que probablemente sus caminos en algún momento se volvieran a separar pero mientras lograran pasar ese poco tiempo juntos, serían felices sin pensar en la adversidad.
Las manos sujetándose con fuerza, unas cuentas palabras tratando de sanar el corazón, el dolor de la perdida nunca se deja atrás, esta deja una huella que no logra ser cubierta por el agua de mar. Lagrimas saladas tenidas de rojo carmín, un corazón palpitante sujetado por pequeñas manos que se negaban a dejarlo ir. Una nueva despedida con la promesa de un recuentro en otra época y una felicidad que sabían sería esquiva pero un amor tan fuerte y sincero que era capaz de sobrevivir por la eternidad.
Ellos eran monstruos a los ojos de los demás, demonios que deambulaban por la tierra castigados por su amor. Su amor era monstruoso, una llama que se alimentaba del temor e ignorancia de los ojos prejuiciosos que desde la oscuridad se atrevían a señalar.
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Yo no fui, fueron Rodrigo y Diana los que me hicieron hacer esto. Contrario a lo que muchas piensan. No soy killer gtop o ninguna otp. Es solo que mi cerebro atormentado libera tensiones escribiendo cosas dolorosas.
Así que me iré por ahí a ver que otp puedo hacer sufrir.
