Capítulo tres.

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-Hey...-Escuche a lo lejos pero mis ojos me pesaban mucho.- No es buen lugar para dormir aquí.

Poco a poco comencé a abriros y pude observar a un hombre parado frente a mí.

-¿Eh?... ¿Quién eres?- pregunté y el hombre rió.

-Bebiste demasiado ¿verdad? Será mejor que vayas a tu casa antes de que llueva. Además eres una chica muy bonita y joven como para que estés alcoholizada.

-¿Pero qué?...-De pronto abrí mis ojos como platos al ver que estaba en la calle. Me levanté rápidamente tambaleándome un poco hacia atrás. Volteaba hacia todas direcciones y lo único que veía eran grandes edificios con luces y letreros de todos colores.

-¡¿En dónde estoy?!- Grité- ¡¿Mi casa?! ¡¿Brian?!.

Pensaba en muchas cosas y cada vez que me preguntaba algo mi corazón latía más y más fuerte al no encontrar respuesta alguna.

-¡Brian! Seguramente es una de sus asquerosas bromas pero ésta vez ha llegado muy lejos. Lo mataré cuando lo vea.- dije a mi misma con rabia.

-Se ve que estás perdida.- dijo el hombre.

-¡Ja! ¿Se nota?- contesté con sarcasmo.

-Si quieres puedo ayudarte.- pensándolo bien él era el único que estaba en el callejón, el único quien no me tomaba por loca y el único que quizá podría ayudarme.- Dame tu mano primero.

-¿Eh?- me resultó extraño que me lo pidiera pero no me importaba, quería llegar a mi casa, así que se la di. El hombre sonrió y agarró fuertemente mi mano por un instante y después la soltó.

-¡Listo! Sígueme pequeña humana.- dijo con una enorme sonrisa y de inmediato se dio media vuelta caminando hacia el largo y obscuro callejón.

-¿Pequeña humana? -pensé- Genial. Me tuve que topar con un chistosito.

Comenzamos a caminar. Cada rincón era nuevo para mí, era extraño porque me sabía de memoria cada calle de mi ciudad y esto... era muy diferente. Tantos años viviendo en esta ciudad y no sabía de esta parte.

-Solo sígueme y estarás bien.-Me detuve un segundo para observar al extraño hombre. Mi madre decía que siempre fuera muy observadora con las personas ya que era muy importante conocer todos sus gestos ya que solo así podías ver lo que realmente ocultan pero... él se me hacía familiar. Era muy alto, media aproximadamente 1.90. Sus ojos eran tan obscuros como la noche, sus facciones eran un poco toscas y una barba negra de corte de candado.

-Espera.- dije en seco.- ¿A dónde me llevarás? No te he dicho a donde quiero ir.

De pronto el hombre se detuvo dándome la espalda.

-¿A caso no confías en mí?

-Me estás llevando al fondo del callejón y lo que quiero es salir del callejón. ¿Me entiendes? Estoy perdida pero no tonta.- por unos segundos me quede sin respuesta alguna.

Dulces sueños. (Thomas Sangster y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora