I. El viaje a través del velo.

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Orfeo Wanders era Inefable desde hacia solo un par de años. Había trabajado en el departamento de Investigación Mágica durante diez años, ya que su mayor pasión en la vida era descubrir los misterios que la magia escondía. Sus investigaciones habían sido bastante importantes y no era extraño que magos de connotada categoría le escribieran seguido para saber sobre sus próximas investigaciones. Era un elemento valioso en el Ministerio a pesar de que casi nadie sabía qué era lo que allí hacía.

Poseía un carácter taciturno y el halo de misterio que lo rodeaba había generado varios mitos y comentarios referentes a su persona por parte de sus compañeros de trabajo, los cuales, conociendo su carácter e influencia no se extrañaron en absoluto cuando se le encargó aquella extraña pero excitante misión.

En una de las salas del Ministerio de la Magia había sido erigido un arco del cual colgaba un extraño velo. Nadie sabía la razón de porque estaba allí y, de hecho, muy poca gente sabía de su existencia. Varios inefables durante décadas lo investigaron, pero hasta ahora habían descubierto muy poco respecto al misterioso velo. Una de las cosas de las cuales si tenían una certeza era que aquel que atravesaba el velo no volvía para contar lo que había al otro lado. Eso, hasta la llegada de Orfeo a ese proyecto de investigación. En dos años de trabajo había logrado crear un traje y un hechizo protector, el cual al ser utilizado podía hacer que alguien atravesara el velo y volver, al menos en teoría. No habían aún probado el prototipo debido a que hace muy poco tiempo que se había terminado y estaban esperando la Orden Ministerial para proceder con tan delicada misión.

Dicha orden llegó el día más caótico de todos. Los magos de toda Inglaterra se habían despertado con la horrible noticia de que el mago mas temido de todos los tiempos, cuyo nombre muy pocos se atreven a decir en voz alta había vuelto. Y no solo eso, había aparecido en el mismísimo Ministerio de la Magia a pesar de todas las medidas de seguridad e incluso corrían rumores de que una batalla se habría desatado, donde Dumbledore, el mago mas respetado de la época y que últimamente había caído en desgracia, le había hecho frente.

Los rumores mas descabellados corrían por todas partes y el Ministerio era un caos. Por lo cual Orfeo se presentó apenas supo que aquella rumoreada batalla era cierta y que había ocurrido en la "Sala del Velo" como la llamaban. En su oficina se encontró con dos cartas esperando por ser abiertas. Ambas con el membrete de "Top Secret" brillando. Tomó una de ellas y la leyó, era un Oficio firmado por el mismo Ministro de la Magia para proceder de forma inmediata con el proyecto del velo. El inefable se sintió consternado. Durante mucho tiempo que esperaba esa orden pero nunca pensó que tendría que obedecerla un día como aquel. Se apresuró a abrir la segunda carta y esta despejó sus dudas al respecto. Ahora entendía lo que debía hacer, que debía hacerlo él y lo mas importante, lo mas pronto posible... Una vida corría peligro.

Orfeo preparó el traje que lo ayudaría en su misión. Según los cálculos y la teoría que manejaba, éste lo protegería durante unos cinco minutos de los efectos del velo, una vez se acabaran los efectos del hechizo protector, el cual sólo le daba un par de horas de protección. El hechizo y el traje habían sido ideados luego de investigar durante años lo que los magos modernos llaman "magia ancestral", que es lo que se conoce como la magia primordial y que practicaban las culturas de la antigüedad. Orfeo y otro mago interesado en estos temas, investigaron en conjunto para poder lograrlo. Ahora era tiempo de poner todos estos conocimientos en práctica.

El inefable respiró profundo mientras observaba el velo. Tenía sentimientos encontrados, una parte de sí sentía mucho miedo de estar equivocado. Pero otra, aquella de la que hacia gala en su apellido deseaba con todas sus fuerzas sumergirse en las aguas del misterio. Relajó su mente y realizó el complejo hechizo protector. Una vez se sintió preparado, se aproximó al arco. Rozó sus manos enguantadas por el velo y sonrió. Luego dio un paso al frente y desapareció de esta dimensión.

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