El Plan B.

III. Despertar.

"Estimado Albus:

Lamento tener que informarte que la misión de rescate a Sirius Black ha fallado. Los sucesos acontecidos debo explicarlos en persona, si es que algún día logro comprenderlos del todo yo mismo.

En cuanto a tu consulta, es mi deber informarte o mejor dicho, remitirte lo que alguien me dijo que debías saber: "La energía no se destruye, sólo se transforma". Si tomas como energía todo lo que hemos hablado, obtendrás tu respuesta.

Sinceramente

Orfeo Wanders"

***

Dumbledore leyó la carta y una leve sonrisa se asomó por la comisura de sus labios. Lamentaba tener que decirle parte de la verdad a Harry, que su padrino estaba realmente muerto. Que no había vuelta atrás. Pero a la vez había encontrado la respuesta que buscaba. Ahora solo debía arriesgarse un poco.

Tomó el anillo que estaba en su escritorio. Era de oro puro, parecía muy viejo, una reliquia antigua. Su único adorno era una piedra de color verde con unas marcas talladas en ella. Lo observó unos momentos y luego sonriendo se lo colocó.

Sintió un dolor intenso, pero aun así tuvo fuerzas para girar su mano tres veces. Frente a él la imagen de una pequeña se le apareció.

-¡Perdóname Ariana!- Gritó con desesperación. La pequeña sonrió. Se le acercó y le respondió:

-"Nunca te arrepientas hermano por aquellas cosas que hiciste por amor" – Luego Dumbledore se desmayó.

***

Orfeo Wanders se encontraba sentado en el banquillo que había bajo la ventana de una de las habitaciones de su casa. Miraba al cielo estrellado y recordaba los sucesos que acontecieron durante su última misión.

-¿Quieres decir que al morir no vamos a otro mundo? O sea, ¿Qué nuestros recuerdos y lo vivido se transforma en otra cosa?- Preguntó a la criatura.

-Pareces decepcionado. Pero la verdad es que aunque pareciera que no vale la pena vivir, no todo lo vivido desaparece- Le respondió esta.

-Los recuerdos...- Comenzó a decir Orfeo mientras entendía.

-Las vivencias no siempre son vividas por una sola persona. Tú no estas solo, nadie ni nada lo está. Mientras los recuerdos vivan en alguna conciencia, estos no se transforman, pasan a ser parte de...

-...De ese otro que recuerda...- Completó Orfeo – Mientras Harry mantenga vivo el recuerdo de Sirius en su memoria este no morirá, solo se habrá transformado.

-Existirá siempre una parte de Sirius dentro del joven Potter- Concluyó la criatura.

-¡Pero existe una forma de "hacerlo", de traerlo nuevamente a este mundo! - Exclamó Orfeo sorprendido recordando algo.

-Lamentablemente existe- Respondió la criatura y sus ojos se entristecieron – La Muerte la dejó en tu mundo tiempo atrás para vengarse de tres hermanos que la desafiaron.

***

Ahora Dumbledore comprendía los alcances de su plan, pese a que tuvo que sacrificar más que una mano para obtener el conocimiento necesario. Comenzó a prepararlo todo, más que mal no le quedaba mas que un año de vida. Este "tiempo extra" obtenido gracias a su pieza mas confiable, Severus Snape.

Comenzó a redactar su testamento. Una vez concluido, se dirigió a su armario y sacó su pensadero. En él se mostraron diversos recuerdos de Harry en sus primeros años en Hogwarts, hasta que encontró el que necesitaba. Se veía a un Harry de once años vomitando la Snitch Dorada en su primer partido de Quidditch. Sonrió al recordar el momento.

Abrió un cajón de su escritorio y de allí extrajo dicha pelotita alaba. Con un encantamiento creó en ella un compartimento secreto donde el nefasto anillo que le había causado la mortal maldición cabría a la perfección. Luego la selló y por fuera escribió "Me abro al cierre" de forma que solo se pudiera acceder al contenido cuando Harry conociera su verdadero papel en toda esta batalla.

-Lo lamento Harry, lamento no poder hacerte las cosas mas fáciles. Pero así tiene que ser- Suspiró el Director. Luego se desplomó en su silla pensando en que aquel último año de su vida sería un nuevo despertar para el.