EL AMOR

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Camila

Estábamos en el auto, enfrente del edificio de Lauren. Hace una semana habíamos celebrado mi despedida de soltera, pero hoy era el regalo final de despedida y además no solo era eso, sino también la despedida del amor de mi vida. Mis amigas me desearon suerte y simplemente baje del auto y con paso firme fui directo a mi regalo de despedida de soltera. Para cuando entre en el edificio, el celador al verme me sonrió y me dejo pasar, ya en varias ocasiones había entrado para traer a los niños y dejarlos en recepción, la única diferencia es que hoy iba sola e iba pasar derecho a su piso.

El sonido del ascensor indicó que había llegado a la última planta, jamás había subido o entrado a su piso, los niños siempre hablaban de lo lindo que era. Al abrirse las puertas solo se encontraban una puerta, así que tome aire y timbre.

Lauren

Eran las nueve de la noche y estaba en mi apartamento, con una pila de trabajo, ya que si quería salir de viaje con mis hijos tenía que adelantar todo el trabajo que podía. Mire mi dedo donde se encontraba la marca de mi argolla de matrimonio.

Faltaba unas horas para que la mujer que sería el amor de mi vida se escapara de mis manos, unas horas para que ella formara una nueva familia, unas horas para que mi mundo se derrumbara, no, no, no podía pensar en ella, eso solo me traería una depresión absoluta y tenía unos hijos en quien pensar, de ahora en adelante ellos serían la totalidad de mi mundo.

El timbre sonó, me levante de la silla y fui a abrir la puerta. Se me hacía muy extraño que alguien viniera de visita a esta hora y aun más si el celador no me llamo.

Cuando abrí mi ex me empujo y entro como alma que lleva el diablo, camino hasta el sofá. Parada al lado del sofá me observo.

Cierra la puerta Lauren. Cerré la puerta y me acerque a ella.

Que haces acá?

Ya lo veras.

Ella se quitó el gabán negro que tenía y solo con una lencería transparente y unos tacones quedo delante de mí, se le veían los senos, las medias le llegaban hasta los muslos, ella no tenía ningún gramo demás.

Ella se quitó el gabán negro que tenía y solo con una lencería transparente y unos tacones quedo delante de mí, se le veían los senos, las medias le llegaban hasta los muslos, ella no tenía ningún gramo demás

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Quiero que me des como regalo de soltera una noche contigo, en pocas palabras que me hagas el amor

Oh madre mía. Claro que sí. Me acerque a ella y choque nuestros labios en un beso apasionado. Cuanta falta me hicieron sus labios. Me hiciste falta. Le dije entre besos. Baje mis manos a sus muslos y los levante, ella rodeo sus piernas en mi cadera. La lleve hasta mi habitación y la puse en la cama con toda la delicadeza que ella se merecía, la amaba con todo mi corazón y la extrañaba cada noche. La bese en el cuello y fui soltando la prenda que medio ocultaba sus senos. Eres bellísima. Dije cogiendo sus pezones en mi boca.

Camila me giro y se puso encima de mí. Voy a borrar de tu cuerpo todo rastro de ella. Le iba a contestar, pero me beso; tiro de mi camisa, levante las manos para que me la quitara y al hacerlo ataco mi pecho ya que no llevaba brasier, se entretuvo con mis senos durante un rato.

Ella fue dejando un rastro de besos por mi pecho, abdomen hasta el elástico de mi sudadera. Has bajado de peso, acaso no te está cuidando? De nuevo intente decir algo pero ella bajo mi sudadera con las bragas, y beso toda la zona. Gemí, me recorrió con su lengua y chupo, como ella solo sabía hacerlo; me corrí en su boca. Me gusta que no hayas olvidado como hacerme el amor. Camila realizo el mismo recorrido con sus labios hasta mis labios, aproveche para ponerme encima de ella y le baje las bragas, para luego introducir un dedo y sacarlo, luego otro y otro y moverme con la frente pegada a su frente, miraba a sus ojos. Te a...... No lo digas, si no es cierto. No dañes este momento. Le hice caso y simplemente la bese, me aruño la espalda en sinónimo de que estaba por llegar al orgasmo. Su mano acaricio mi espalda, mientras se corría.

Bese sus labios y me recosté a su lado, La abrace y la recosté en mi pecho. Acaricie su espalda mientras ella acariciaba mi pecho. Tenía tantas ganas de decirle todo. Déjame disfrutar este momento. Y también me alegra que recordaras como me gusta que me hagas el amor. Camila siguió jugando con mis pezones y tocándolos.

Duramos un rato así, pero de un momento a otro ella se levantó, Salió corriendo. Me senté en la cama, viéndola irse, el corazón se me rompió por millonésima vez y sabía que está era la última oportunidad que la tendría. Me tire en la cama y espere que la puerta sonará, para llorar.

Mira lo que traje. Me levante sorprendida y la mire, traía un consolador en las manos. Fuiste por eso. Sí, no quieres hacerlo de nuevo. Claro que sí. Me acerque para abrazarla por la cintura. Pero tenía uno aquí. Podrías haberme dicho. No, Gracias,. Colócatelo. Se soltó de mis brazos, para luego tirarme el consolador y acostarse en la cama. Al mirarlo me di cuenta que era el consolador que siempre usábamos. Pensé que lo habías botado. No, lo guarde, pero no pensé que tuvieras uno y quien sabe cuántas veces lo utilizaste con ella. No lo he utilizado con nadie. Dije colocándomelo. Por favor no mientas. Dijo enojada. Siempre me ha molestado que no me crea, poniéndome encima de ella conteste No tienes derecho a enojarte conmigo, porque yo no estoy mintiendo y yo debería estar enojada contigo porque tu si te has acostado con otra persona. Y al terminar la frase me introduje en ella, de un solo impulso. Ella se arqueo, yo si tenía que borra de ella los besos de otra persona. Al recordarlos solo produjo más coraje y me impulsaba con más fuerza, Camila arqueaba la espalda y gemía demasiado fuerte. Con un balanceo constante y ella impulsándome con su tobillos en mi trasero. Eres mi hembra, mi mujer y siempre serás mía; aunque te cases con él.

Eso hizo que las dos llegáramos al orgasmo, sé que mañana al mirarme al espejo tendría las marcas de lo apasionado que era nuestro amor, que es nuestro amor. Al salirme de ella me lo quite y la sostuve en mis brazos durante un rato. Quieres comer algo?, sé que cuando hacemos el amor te da hambre. Ven vamos a prepararte algo. Fuimos a la cocina, mientras ella preparaba unos huevos revueltos, yo prepare unos emparedados. Ella golpeaba de vez en cuando mis caderas con sus caderas y me daba miraditas coquetas, siempre hacíamos esto cuando teníamos relaciones.

Al terminar de comer, nuevamente hicimos el amor pero esta vez en la sala y podría decir que recuperamos el 20 por ciento del sexo que pudimos haber tenido en estos dos años, porque lo hicimos muchas veces. Pero a la mañana siguiente grande fue mi desilución al encontrarme en una cama vacía.

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