Capitulo 1.

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Capítulo 1.

7 de febrero 2000

"Respirar hondo para dejar de respirar por minutos,  mirar al cielo y sonreír sin una pizca de sentido común, quedarse horas y horas callada, con su mirada penetrante sin emoción alguna. Sentir sus manos frías contra la mesa de metal, sus labios secos unidos y un escalofrío que recorre tu cuerpo al observarla. El sufrimiento en su interior que callaba, su conflicto interno que se ahogaba con el dolor, y cómo suprime cualquier rastro de tristeza. Ojos como un tempano de hielo, fríos  e inexpresivos, casi controladores y poco impulsivos, dejaban al desconcierto su alma perdida. Su piel como la nieve, blanca e intocable. Sus labios que incitan a la inocencia pero te llevan a tu propia perdición."

No tenía caso estudiar a alguien como Emily Edelweiss, cuyo espíritu estaba en penumbras, su alma encerrada y vacía. Su diagnostico fue esquizofrenia, pero pocos podían deducir que era astuta y manipuladora, una combinación casi mortal. Ella no tenía ningún problema mental, solo era pura maldad.

Ningún rasgo de arrepentimiento. Ninguna emoción.

—¿No le parece absurdo que haya viajado desde muy lejos para que solo se me quede viendo detective Decker? — la reclusa se inclinó sobre el asiento y entrelazó sus manos. Y por primera vez, vio a los ojos al hombre que por tanto tiempo la ha perseguido por respuestas. Era insistente, quería una entrevista para saber el porque.

El Detective Leonard Decker nunca pudo analizar por completo a Edelweiss, pues le era casi imposible. Si deducía algo al principio, la joven actuaba de una forma que lo sorprendía. La primera impresión al ver su rostro, fue como ver un ángel; escucharla, es como entonar la más dulce melodía. Un acento inglés marcado y refinado. ¿Cómo ella podía ser una asesina?

Pero entonces estaba su corazón...

—¿Qué pasó ese veinticuatro de diciembre? —se levantó de su  silla decidido a no dar rodeos, porque no sabía lo que podía pasar si estaba por mucho tiempo al lado de Emily. Observó el vidrio templado, donde la pequeña silueta de la prisionera se reflejaba, con su cabello negro largo cayendo por su espalda y su traje gris cubriendo gran parte de ella, con dos esposas sujetando sus pies y sus manos.

La última vez que vino un reportero, Emily le arrancó un dedo. Ese dedo fue su trofeo, no tenía miedo de mostrar sus dientes y no en sonrisa.

—Si quiere escudriñar más, le invito a leer  la gran variedad de artículos y sus nefastas hipótesis de lo ocurrido —se encogió de hombros con indiferencia. Ella tenía sus razones, no las quería divulgar, tampoco que trataran de descifrarla como si fuese un problema. Miró molesta al detective, que se miraba confiado al descubrir la verdad, erguió su cuello y espalda para girar a observarla.

Desde que ella lo conoció, supo que en un momento él iba a saber la verdad, pues escarbó tan al fondo de su pasado, que pudo acertar que ella no era como todos decían que era.

Y aún así, sonrío fascinada porque quería jugar al gato y al ratón.

—Quiero veracidad, no un cuento de ciencia ficción —se sinceró.

Pues Emily era dotada por su falta de palabras y su capacidad de observar y analizar a las personas en segundos. Era sorprendente, pues ella no se creó a base de rencor y venganza, si no entrenamientos básicos por pertenecer a la inteligencia inglesa. Cinco años de servicio, cinco años donde aprendió a ser una máquina asesina. Donde aprendió a asesinar sus propias emociones. No quedaba un humano en ella. Recibía órdenes y ejecutaba... hasta que encontró la fascinación a lo oscuro y sus deseos ocultos.

—No hay mucha ciencia,  usted se puede imaginar que pasó—sonrió, mostrando su dentadura blanca, con un destello de maldad —. Leer el expediente y la autopsia le dará sus respuestas.

El caso de Emily Edelweiss (2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora