Capítulo 4.

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Capitulo 4.

7 de febrero 2000

Omitió detalles, diálogos y él lo sabía perfectamente. Esa no era toda la historia.

—Entonces estabas internada ahí bajo una identidad falsa y fingiste la demencia —la miró sin poder creerle y apuntando todo en su libreta.

—No la finjo, tomo medicamentos.

—¿Y quién es Stephen Ackles?

—El hombre que maté.

—¿Y tu nombre es?

—Emily.

—¿Cómo lo encontraste?

—Instinto.

—¿Y cuándo me contarás toda la historia?

Emily suspiró y se dejó caer en su asiento.

—¿No me creyó que yo fuese la victima? —se hizo la ofendida—. Es cierto, todo lo que le relaté.

—Solo que omitió un gran detalle. Si ya había matado hace diez años a quien le arrebató a su hermano y la hizo como usted es. ¿Por qué matar a Stephen?

Silencio, no respondió. Y le dedicó una mirada, algo que él no supo descifrar, pues pensó que Emily jamás lo miraría con nostalgia y menos rendición.

El detectiv la miró por varios segundos, pero se sentía como al principio. Solo que pasó de un "Yo lo maté, dejé la carta A en su pecho, después de verlo morir por diez minutos en su habitación" a una historia larga, cargada de sentimientos oprimidos y un viejo pasado que debió ser olvidado.

Y en vez de tener respuestas, consiguió más preguntas.

La vio escribir garabatos en una pequeña libreta, con un lápiz. Ella estaba concentrada y no decía nada. Solo se dedicaba a dibujar y dibujar, como si fuese una niña.

¿Por qué Emily le contó más de lo que él le pedía pero sin querer darle lo necesario?

Cuando sintió e iba hablar, sonó un timbre, anunciando el final de la visita.

—No vemos en la corte señor Decker —el detective iba a replicar, pero cuando se dio cuenta, un grupo de guardias se llevaba a la prisionera. Que no dejaba de sonreír y mostrarse optimista. Aún cuando iban a sentenciarla a la silla eléctrica. En ese momento dudó de su capacidad mental y repasó los datos.

Ella era interna en el hospital psiquiátrico.

Ella siempre estuvo allí.

Ella había estado más cerca que nadie.

Ella se había burlado del sistema.

Ella demostró que no importando en qué posición estás, siempre te caerá tus errores pasados, las consecuencias y la dulce justicia.

Y el nombre de Stephen Ackles se repetía en su mente, pero jamás dicho por Emily.

Se fijó en la pequeña libreta y el lápiz mordido que dejó Emily. La giró, pero viéndola de manera distinta. Se fijó está vez en el nombre escrito varias veces, rodeadas de varias y números, el nombre de Stephen Ackles escrito por la mismísima asesina, con letra cursiva y resaltando la A, con dos corazones rojos en cada lado. P, K, I y C marcadas en X y D y W junto a un signo de interrogación, varias líneas entrelazadas entre el nombre y un código escrito en la parte inferior. Giró el dibujo, logrando ver la forma de un rectángulo. Un escalofrío recorrió su espalda. ¡Qué idiota! ¿Cómo no lo había visto antes?

El caso de Emily Edelweiss (2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora