Epílogo.

131 19 1
                                    

Epílogo.

"El caso de Emily Edelweiss"

Por: Emily Edelweiss.

Dolía, dolía. Quería encontrarlo, necesitaba hacerlo. Pero ¿Estaba vivo? ¿Estaba muerto? Tal vez no la tenía porque no era nadie, solo un humano más sin voz ni voto por el momento. Una asesina que reprimió sus emociones por mucho tiempo, que ocultó su verdadero ser y se vengó en lo que ella creyó que hacía justicia, pero realmente solo volvió a ser la marioneta de alguien más. No podía gritar, porque era inservible, no podía quejarme, porque había peores que yo. Unas se suicidaban en el proceso, sin poder cargar con tantas muertes bajo sus hombros, otras enloquecían a tal punto que se encerraban y después estaba yo, después de muchos años volviendo a sentir y ser prisionera, no físicamente, si no en mi propia mente.

Nadie te logra entender y tus sollozos son patéticos porque perdiste a quienes amabas, pero nadie sabrá cómo te sientes. No saben tus debilidades, no saben tus fortalezas, ni el miedo que sientes o la impotencia. Y el peor miedo es saber que vuelves con tus debilidades y ellas mismas te están sobrecargando al límite, tanto que explotarás y volveré a no sentir. Todos en un momento de nuestra perdemos a alguien cercano, pero no siempre será el mismo proceso. Yo solo lo siento, lento, consumidor y lleno de tortura en mi corazón. Porque es ahí, es en ese momento donde te derrumbas rápidamente porque no hay esperanza, tampoco dolor, porque estas semanas lo he vivido, lo he conocido tan profundamente que tengo una respuesta.-

Si no lo encontraba, ¿Por qué yo estaría aún aquí?

Así fue cuando me dieron de alta, cuando regresé a casa como alma vacía, ya no estaba viva; solo caminaba, solo respiraba, solo lloraba.

Él era una mentira.

Años creyendo que lo había matando, años en mentiras y más mentiras, cuando él solo me utilizó.

Claro, mi hermano se volvió exitoso, y al querer no ensuciarse las manos, me utilizó, se mostró ante mí débil y él se volvió todo para mí.

Creí en el instinto de hermano gemelo. Y cuando me enteré de todas tus mentiras, solo sonreí sin gracia y volví apagarme. Permitiéndome solo sentir prepotencia. Porque yo era marcada como la escoria, tú como él héroe.

¿Y si mancho tu nombre? Primer con locura, luego te ensucio las manos.

Te haré pasar un infierno y con tan solo verme, morirás, tu corazón dejará de latir y no podrás tener el control.

Porque no te amordacé, tampoco me amarré. Tú solo pedías perdón una y otra vez, y me relataste la verdad. Poco a poco tu corazón dejó de funcionar y yo misma alargué tu muerte, pero fue tu elección, no mía. Antes que dieras tu último respiro, te prometí que revelaría quien eras y que tu nombre, tal falso como lo eras tú, quedaría expuesto. ¿Y qué perdía yo? Si mi cuerpo se podría de adentro, después de muchos años. Las luces se apagaron y la gente a nuestro alrededor sin ser concientes de que pasaba en esa habitación, gritaban porque sus mayores temores eran revelados, la oscuridad embargaba a cada humano deambulando en ese lugar y las voces de sus propios tormentos, de tus tormentos.

Fingí estar demente, fingí de nuevo que era un monstruo. Pero iba a morir. ¿Qué podía perder?

Ya nada, solo era la Emily Edelweiss, la misma que te encargaste de destruir y enseñar a jugar con los miedos de todos.

No escribo esto para dar lástima, menos para que quedes tú como el malo. Porque yo tomé mis propias decisiones y pagaré con la misma moneda. Maté y a muchos inocentes, y me tocará mi momento, pero el tuyo. El tuyo está por publicarse, todos conocerán la verdad.

Aunque tengo el presentimiento que el Detective Decker sabrá ya todo para este punto.

Dejé tu acrónimo, tu pseudónimo en una vieja libreta, con un código que solo él sabrá que hacer.

Y por fin, me siento libre. Libre de decir la verdad, de no ser narrada por tercera persona y dando lo que conviene dar. Por fin escribir con mis propias palabras lo que callé y lo que nadie sabe. Escribir la verdad. No, solo la verdad, aún cuando muchos no quieren escucharla y quieren que sea guardada. Porque al final ¿Qué es la vedad? Verdad para mí, es que mi naturaleza era destructiva, la tuya, que era una bestia sin corazón. Al final, como le dije al detective, morimos sin conocer la verdad y desperdiciamos la vida en querer buscarla.

Al final esta es solo una versión más, es tu decisión saber cómo interpretarla.

Dije ser culpable porque tenía que hacerlo, me escapé porque no dejaría que nadie me conociera en mis momentos de vulnerabilidad. Y en mis últimos días, escribí una carta. Una carta que enterré y fue de cosas que me arrepentí, porque lo que hice, lo hice, quité a padres, madres, hijos y amigos, y no puedo remediarlo.

Pon mi nombre bajo cualquier cualidad, tal vez te dejé confundida y creas que nada tiene sentido, pero soy una luz apagada y no puedo darte claridad.

Ahora me conoces, entonces ahí te digo que debes temerme, porque no sabes cuándo volveré o cuando volverás a saber de mí. Nunca espanté, solo jugué, solo hice trabajar tu mente.

Me despido donde quiera que yo esté y tu estés leyendo esto. 

El caso de Emily Edelweiss (2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora