Garabateo unas caras tristes en el cuaderno de matemáticas, no me siento mal, solo estoy aburrida. Miro la hora en mi teléfono, ya pasaron quince minutos de la hora acordada, comienzo a guardar mis cosas en la mochila cuando la puerta de la biblioteca se abre. Cameron entra con su típica sonrisa bobalicona e inocente, se acerca a la mesa y la rodea para sentarse junto a mi.
—Llegas tarde.—le reprocho.
—Solo diez minutos—responde mientras saca su cuaderno.
—Quince, quince minutos. ¿Sabes que puedo reportar esto al entrenador no?
—No lo harás—sonríe egocéntricamente.
—¿Que te hace pensar que no?
—Porque te encanta pasar tiempo conmigo, admítelo Evans, me adoras.—me guiña el ojo.
Yo ruedo los ojos, es un engreído, aunque en algo tiene razón; si me gusta pasar tiempo con él. Al principio no tanto, fui asignada como tutora de Cameron a principio de año. Yo estoy en primero de bachillerato mientras que el está en segundo, es su último año en la escuela. Es parte del equipo de fútbol americano y no se le dan muy bien las matemáticas, para conseguir una beca en la universidad debe tener notas excelentes en todas las materias y da la casualidad de que yo soy promedio diez en casi todo. Gané las olimpiadas nacionales de matemáticas el año pasado, sin saber que eso traería consecuencias, ahora debo hacerme cargo de Cameron.
Desde la primera vez supe que Cameron es el típico chico engreído que cree que se puede comer el mundo, que es demasiado listo y guapo, hay algo de verdad en eso, es muy guapo. Un moreno alto de ojos cafés y cabello castaño, atlético por su puesto, es el enamorado de media escuela y por desgracia, mio también. Si, Cameron me gusta.
Al principio lo encontraba altamente irritante e idiota, todo un macho alfa, pero conforme lo fui conociendo me di cuenta de que es mucho más que solo músculos y una cara linda, es divertido, amable, incluso inteligente. Solo necesita un poco de ayuda para expander su potencial, y yo soy esa ayuda. Sin embargo mi tonto enamoramiento por él queda en eso, solo un enamoramiento. Por dos razones, la primera es que estoy segura de que yo no le gusto, y la segunda, meterme con él sería un gran lío. Me refiero a que en esta escuela a todo el mundo le importa lo que Cameron hace y yo odio esa exposición, definitivamente jamás podría ser famosa. Sin embargo me gusta disfrutar de su compañía y de sus chistes tan malos que resultan ser graciosos.
Así que tiene razón, no le diré nada al entrenador.
—Bien, que sea la última vez Cameron.
—Si señora.
—Abre el capítulo tres—ordeno—falta una semana para tu examen y estamos atrasados.
Pasamos la siguiente hora resolviendo ecuaciones, o más bien yo explicándole paso por paso cómo hacerlo. Con bastante suerte y mucha práctica, mañana podrá resolverlas solo, o bueno, intentarlo por lo menos.
—¿Por que esto es tan complicado?—Cameron resopla y deja caer el lápiz sobre la hoja de cálculos.
—Es porque no estás viéndolo de forma lógica, para todo hay una teoría.
—Pues enséñamela porque no estaría captando la información.
Miro la hora, ya estamos sobre tiempo y yo debo ir a casa.
—Lo siento, será mañana. Debo irme ya.
—¿Ya? Pero he entendido menos de la mitad.
—Tal vez si llegaras a horario...—guardo mis cosas y cierro mi mochila.
ESTÁS LEYENDO
Notas de amor a Mery Jane
Teen FictionMery Evans, unicamente le habla a Cameron (su amor platónico) para enseñarle matematicas. Las cosas comenzaran a cambiar entre ellos cuando Mery comienza a recibir notas anónimas de un admirador secreto y Cameron la ayuda a descubrir quien es, aunq...