Chocolate sweetness (Ichigo selfcest)

I

Brillantes rayos plateados iluminaban el cielo nocturno gracias a la luna llena, los cuales se filtraban por la ventana de la residencia Kurosaki. Donde, incluso tratando de adentrarse en las zonas más recónditas de la habitación, los rayos de luz eran instantáneamente opacados por el gentil brillo de una lámpara de mesa que ya iluminaba la habitación con una suave luz naranja. El único sonido audible era el del grafito moviéndose con gracilidad a través del papel. El artista nocturno sin embargo, era cuidadoso en no molestar a su musa durmiente mientras trabajaba con dedos expertos en las líneas y sombras de su dibujo.

El frío aire invernal estaba circulando por la habitación que ambos Kurosaki compartían. Inconscientemente causaba que Kurosaki Ichiru cambiara de posición bajo las cálidas frazadas de su cama en busca de encontrar ese toque de más calor que lo ayudara a mantenerse cómodamente contento en su sueño; donde permanecía ajeno a su hermano capturando su imagen tan perfectamente. Ichiru era el mayor de ambos; el que estaba más seguro de sí mismo aunque perdía los estribos, a veces, demasiado fácil.

En apariencia la verdad, Ichiru era casi idéntico a Ichigo.

La única manera de diferenciarlos era observarlos cuando estaban parados uno junto al otro. Ichiru era un poco más alto y su cuerpo estaba más trabajado, un arraigo desordenado de cabellos naranjas caía sobre sus ojos y rozaba apenas sus hombros.

Ichiru era la inspiración que el corazón de Ichigo siempre trataba de alcanzar. Su amado hermano mayor... era la única persona a la que le permitía protegerlo a él tanto como Ichigo protegía a los demás. Era fantástico presenciar a ambos luchar codo con codo porque Ichigo poseía tanta fuerza como Ichiru cuando era provocado a pesar de su figura más delgada y sus movimientos más inseguros. Su temperamento era más sencillo de encender y sus puños eran siempre los primeros en ser levantados cuando alguien querido era amenazado; un pequeño recordatorio de que Ichigo llevaba siempre el corazón en la palma de la mano intensamente. Nunca lo admitiría, pero Ichigo definitivamente era el más inocente de ambos... también el más ingenuo... especialmente cuando otros hacían movimientos sobre él.

Por lo menos así, por su forma de ser, Ichigo muy difícilmente notaría que Ichiru siempre se aseguraba de que su inocencia estaba protegida. No. Importaba. Qué.

Teniendo a su hermano alrededor toda su vida, no era ninguna sorpresa que Ichigo amara más a Ichiru que a ningún otro. Ichiru era el todo de Ichigo y viceversa. Por esto no era nada impactante, cuando Ichigo estaba despierto de madrugada haciendo un nuevo retrato en boceto de su hermano somnoliento antes de que fuera demasiado tarde. Aún tenía que acudir al instituto al día siguiente pero cuando Ichigo vislumbró las facciones relajadas de su hermano (sin esa mirada aguda que siempre tenía bajo largos mechones naranjas), no pudo evitarlo y había sacado sus materiales de dibujo tan rápido como pudo.

Así que ahí se encontraba horas más tarde, su más corto, desordenado cabello naranja brillando suavemente con la luz de la lámpara de la mesilla mientras sus dedos trabajaban furiosamente a través de la hoja de su cuaderno para capturar todos los detalles posibles que pudiera antes de que su modelo se moviera, o fuera despertado por la luz de la habitación. El joven de cabello naranja estaba vestido con una sudadera negra y con unos pantalones de pijama azul claro con una rodilla levantada hacia su pecho para apoyar el cuaderno de bocetos sobre su pierna. Estaba mirando la quieta figura de Ichiru con atención detrás de cuadradas gafas rojas y naranjas. Las lentes sin las cuales no podía dibujar o escribir, desafortunadamente, no importaba cuanto las odiara. Pero el menor de los hermanos se había acostumbrado a ellos en los últimos dos años que las había estado usando. No le importaba incluso si lo consideraban el más empollón de los dos por llevarlas.