II

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Ichigo temblaba bajo las sábanas, luchando contra el invisible pero erótico ataque que estaba atravesando su cuerpo que se calentaba rápidamente. Dulces, temblorosas sensaciones que se paseaban por su piel erizada, sudor bajando copiosamente desde su frente por su entrecejo fruncido mientras el pelinaranja se esforzaba por contener los pequeños gemidos de disfrute y las suplicas pidiendo más que se escapan entre pesados jadeos. Estaba completamente envuelto en un cálido y dulce olor, un fuerte cuerpo lo mantenía presionado contra las sábanas, mechones de cabello naranja semi-largo acariciaban sus mejillas antes de que suaves labios trazaran un acalorado sendero de éxtasis por su cuello y sus clavículas. Una lengua traviesa enseguida siguió ese camino a la inversa por su piel caliente para luego introducirse entre labios que le cedían el paso mientras Ichigo se mostraba entusiasta contra el asalto.

Con la espalda arqueándose sobre el colchón para ganar más de esas desvanecedoras sensaciones, Ichigo protestó lastimosamente cuando su sensual pareja empezó a alejarse de él. Dejando al adolescente con un frustrado gruñido cuando fue arrastrado fuera de su sueño rápidamente hacia su odiada consciencia. Exhaló para poder respirar con más normalidad, su corazón latiendo desbocado contra su pecho que se sentía más apretado de lo normal. Ichigo cambió de posición debajo de las sábanas que de repente resultaban sofocantes. Desesperadamente trataba una vez más de controlar sus emociones y pensamientos. Las sábanas de algodón se arrastraban incómodamente por su piel hipersensible, un gemido de frustración se vio acallado contra la almohada.

El menor de los Kurosaki maldijo a cualquier deidad que decidió que debía ser despertado de un sueño tan deliciosamente erótico mientras cambiaba de posición otra vez colocándose boca abajo, intentando esconder su rostro sonrojado y la excitación bastante obvia que estaba afectando a su cuerpo. Ichigo estaba tratando con todas sus ganas de deshacerse de la dolorosa erección que estaba presionando duramente contra su pierna y quitarse de encima esa caliente sensación enroscada en su abdomen. Sería mucho más sencillo tocarse y terminar con ello, pero con Ichiru tan solo a varios metros más allá y la posibilidad de que su hermano pudiera despertarse porque Ichigo es malditamente incapaz de quedarse callado; parece que estaba atascado en una situación complicada. No había manera en la que Ichigo pudiera encargarse de eso ahí mismo, no importaba cuan erótica la imagen de su querido hermano mirándole se veía dentro de su mente.

—Ugh... que molesto —Ichigo se quejó con el rostro aún contra la almohada, quedándose tan quieto como le era posible para que así sus pantalones de pijama no agravaran su problema mucho más de lo que ya estaba, dejándolo así temblando con un tipo diferente de tortura. No podía ser sano estar conteniendo toda esta tensión dentro de él pero ¿qué otra cosa podía hacer? No había otra opción esa noche; estaría mortificado fuera Ichiru a descubrir que estaba haciendo algo que no debería estar haciendo en la habitación que compartían.

Mirando de reojo por encima de su hombro después de lo que se sintió como una eternidad de tortura, el reloj que estaba junto a la cama de Ichigo todavía marcaba las dos de la madrugada. Genial, pensó sarcásticamente. Ni siquiera habían pasado dos horas desde que se acostó a dormir.

Saliendo inseguro de su cama, Ichigo observó hacia el lugar donde sabía que no iba a descansar el resto de la noche. En lugar de eso, sus dedos buscaron a tientas las lentes sobre su mesilla y se las colocó. No había manera que en el estado que aún se encontraba pudiera volver a conciliar el sueño, así que quizás ir a tomar un vaso de agua de la cocina le sentaría bien.

Salió al pasillo, cerrando la puerta de su habitación silenciosa y cautelosamente. Sus pisadas eran lentas y suaves por la casa, como un felino sobre sus mullidas patas hasta alcanzar la cocina en el piso inferior.

Chocolate sweetness (Ichigo selfcest)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora