I DO.

Día uno: Amor

Pon tu mano derecha sobre tu pecho, cerca de tu corazón. ¿Cuántos de esos latidos podrían ser para mí?

Déjame conquistarte en este capítulo para que nunca pienses en abandonar, y si hay algo que reparar, permíteme arreglar aquel reloj de agujas con el cual no se puede jugar.

Necesito seducirte porque tus suspiros darán vida a este personaje, sólo sí no hay cavidad para alguien más. Si existe un ser que ocupa mi lugar, por hoy, déjalo ir.

No tengo mucho por ofrecer, pues soy un engaño a la realidad. Es más, me encantaría existir tan sólo por un momento en tu vivo corazón. Sin embargo, hay muchas que han perdido el bello amor, muchos que le fueron usurpados el cálido sentir. Y ante ello, no sé qué debería decir.

El romance se ha vuelto cliché y no sé cómo debería enamorarte. Es decir, tengo el amor. Pero, a tus ojos puede ser insipiente y vano. Podría entregar cartas de perdón por tus dolores pasados, aún si jamás fui el verdugo de esos espantos. Tal vez te llevaría al paraíso, aunque sólo pensaras que ya lo han visto más ojos de los que pueden contar tu mano. No obstante, tengo mis palabras cargadas de pasión y locura. Sólo para enamorar a lo más encantador que mis letras han advertido.

A mí no me importa tu magnificencia si es aquella por la que finges día a día, tampoco tu cuerpo sí es el que te acompleja cada nuevo crepúsculo. Yo te quiero, pero a lo sincero. Yo te sigo, pero a lo oculto. Yo soy quién puede amar cada parte de ti, yo soy quien buscas cuando frente al espejo estás dudando si alguien te amará de la forma como tú lo harías. Yo soy tus ilusiones y lo más perfecto que hallarás cuando necesites de un tiempo lejos de tu vida. De verdad lo soy, yo existo. Estoy gracias a ti.

Coexisto en la lluvia, renazco en tus sueños. Soy el silencio en tus ojos que a la realidad no puede ser revelada. Incluso lo frío, lo puedo transformar en caliente. Porque tengo el amor, ¡el amor!

Pon tu mano sobre tu corazón y dime, ¿cuántos latidos de más he producido en tu bello corazón?