Capítulo final.

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Tae Min.

Quizás los celos de Min Ho parezcan sin fundamentados, y lo son, porque Jong In sólo es mi amigo, fue mi amigo en primaria, pero me terminé alejando de él, al igual que de todos, pero yo entendía sus celos, porque sus reclamos tenían cierto fundamento y era mi negativa a pasar demasiado tiempo a solas con él, cuando con Jong In lo podía hacer, no es que desconfíe de Min Ho, sólo que tenía miedo, miedo del paso que sabía que en algún momento podíamos dar, uno que sabía que con mi amigo no sería, pero con mi novio podía darlo.

La mirada herida de Min Ho cuando le pedí que me dejara sólo me dolía, ni siquiera yo me puedo perdonar haber comparado las caricias de él con lo que me pasó años atrás, pero me era inevitable, porque aquellos recuerdos venían a mí a cada momento y me cegaban, queriendo lastimarlo, alejarlo de mí, y reaccionando cuando tenía su imagen, cuando veía que era Min Ho.

Escuchar aquellos "te amo" de sus labios hacían a mi corazón doler, porque no era justo que cuando él estaba entregándome todo yo no pueda hacerlo porque los fantasmas de mi pasado estaban sobre mí una vez más. Evité llorar frente a él, pero aquellos deseos inmensos de llorar estaban en mí otra vez, no quería que él me vea así, y a pesar de que sus brazos se sentían tan bien a mi alrededor, no podía, me avergonzaba de mí, de mi cuerpo, me sentía tan sucio, tan miserable, no por haber hecho el amor con él, todo lo que sentía era culpa de mi pasado, aquello era lo que me hacía sentir así, porque no me permitía entregarme completamente a la persona que amo.

Con cada evasiva mía veía más lo herido que estaba, pero aunque quisiera decir algo para que no se sienta así, me quedaba en mi lado de confort, en el que fue pedirle que se fuera, que me dejara solo, era lo mejor, porque sus caricias por más dulces que fueron trajeron mi pasado a flote.

—Te amo.

Lo sé, también te amo.

No respondí a sus palabras, aún cuando quería decirle "también te amo", lo vi salir de mi habitación y aquel vacío se instaló en mi pecho, junto con aquellos sentimientos que me lastimaba, quería salir corriendo atrás de él y pedirle que me abrazara y no se fuera como se lo había pedido yo mismo, pero simplemente salí de la cama tomando un pijama, colocándomelo y volviendo a meterme en la cama, sin contener mi llanto, dejando que todo mi pasado vuelva a mí, lastimándome una vez más.

¡Déjeme! grité.

Me abracé a mí mismo.

No, déjeme empecé a correr, no era muy tarde como para encontrarme con ebrio en la estación de autobuses, no pasaban de las nueve de la noche, pero a pesar de ello él me alcanzó, tan sólo a una cuadra de mi casa.

Cerré mis ojos, quería dejar de recordar, pero eso parecía imposible.

No llores, no grites apartó la mano de mi boca, y grité ¡te dije que no grites! gritó él golpeándome en el estómago, haciendo que empiece a toser intentando recuperar el aire que perdí por el golpe tu rostro es demasiado bonito para ser golpeado, pero si vuelves a gritar no me importará arrastró sus últimas palabras, por su estado de embriaguez.

Me abracé mas fuerte a mí mismo, buscando protección en ello, sintiendo mis lágrimas continuar cayendo, y el dolor aumentar, aquella noche aquel hombre arrebató mi inocencia, tenía catorce años, y volvía de la casa de mi amigo, no me esperaba eso, siempre dicen que los hombres por ser masculinos, no están expuestos a que ello suceda, pero es mentira.

Llegué a casa, secando las lágrimas que no dejaban de caer por mis mejillas, encontrando la nota de mamá, no llegaría a casa por su trabajo, y las lágrimas empezaron a fluir más por mis mejillas, la necesitaba, necesitaba de mi mamá, quería un abrazo de ella y que me dijera que todo era un mal sueño, que todo no me pasó, o que simplemente me abrazara, haciéndome sentir seguro con ella, la idea de terminar con todo vino a mí, nadie podía impedírmelo, estaba solo en ese momento, tenía el cuchillo sobre mi muñeca, pero como mamá hablaba con tanto anhelo de mi hermano, el que no logró sobrevivir, su depresión por ello, y que yo fui su milagro pocos años después cuando los doctores le dijeron que ya no podía tener hijos, me hizo desistir, por ella yo podía soportar esto, estaba seguro, ella no merecía sufrir nuevamente.

I trust you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora