CAPITULO 2

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TYLER

Oigo el despertador, y joder, se que tengo que levantarme, pero no hay cosa que me apetezca menos en este momento. En mi casa no puede haber silencio ni media hora seguida.

Cada uno tiene lo que le toca, y a mi me tocó un hermano que no sabe tener la boca cerrada y un padre al que le falta paciencia. Aún así, ya no soy un niño. Estoy acostumbrado después de tantos años.

Pongo música y me voy a la ducha sin prisa. Me da igual si llego tarde a clase. No soy muy sociable, con los pocos amigos que tengo me basta, y no voy con intención de hacer nuevas amistades ni intentar ir de guay en el nuevo instituto. Mi madre siempre se pone pesada con eso, pero no lo pilla. Hacer amigos no es tan fácil, ni remotamente entretenido. Nunca he pretendido conseguir la aprobación de personas que no me importan para sentirme un poco mejor conmigo mismo.

Prefiero estar con gente que se que me entiende, como mi mejor amigo, Jace. Él sabe que no hablo si no me apetece hacerlo, no relleno los silencios con incomodas palabras de sobre mesa y que me encanta leer. Sigo pensando en lo bien que me comprende Jace cuando llego a segunda hora. A primera tocaba geografía, y por los dioses, no soporto esa asignatura. Por eso he decidido saltármela, así de fácil. Tampoco soy una persona de muchos dramas.

Al entrar en Literatura echo un vistazo a la distribución del aula. Nada que no haya visto antes, parece que la gente se pone cerca de sus amigos y evitan las filas de delante. Me felicito a mi mismo por haber llegado puntual y me siento en uno de los pocos asientos de detrás disponibles.
Empieza la clase y nadie se sienta a mi lado. Menos mal, me digo a mi mismo.
Cuando ya han pasado 10 minutos, en los que me ha dado tiempo a dibujar 34 cuadraditos en 3D, se abre la puerta con un estruendo y una chica con el pelo gris entra corriendo. Al ver que todos estamos mirándola, pone una cara que no se descifrar-obstinación, tal vez-, se disculpa rápidamente con el profesor y viene corriendo hacia mi.

Yo la miro, confuso, ¿por qué esa loca está dirigiéndose aquí? Pero luego me doy cuenta de lo que pretende: sentarse en el único sitio libre- a mi lado-. Vaya, y yo que lo único que quería era un poco de tranquilidad.

La "loca" (decido ponerle ese hombre hasta que sepa el verdadero) se sienta y deja todos sus papeles desordenados en la mesa con un resoplido. Me quedo mirándola sin poder evitarlo. Ella se da cuenta y me fulmina con la mirada mientras arregla su caos de hojas.

-Intento arreglar mis libros y no puedo si me miras fijamente, rarito .- espeta mientras se da la vuelta y guarda todo en la mochila.

Me quedo con la boca medio abierta como un imbécil, y joder, puede que lo sea, porque sigo sin dejar de observar a esta chica. Nunca había conocido a alguien que diera la impresión de ser tan desastre y, a la vez, resultar atractiva. Tiene el pelo gris largo suelto, y le cae liso por los hombros. No es muy alta, y tiene unas curvas decentes. Pero lo que más me llama la atención es su cara. Sus ojos marrones parecen hipnotizarme, y sus rasgos son finos y delicados. Lleva la ropa un poco arrugada y el pelo ligeramente despeinado, y en conjunto con esa actitud parece como si viviera en un huracán y la vida no le diera para más. Reprimo una sonrisa que me sorprende , pues no soy de los que siguen el juego a las provocaciones. Sin embargo, hay algo en ella que me lleva a responder.

- Vaya, es irónico que que precisamente tu me llames rarito, ¿no te parece?- después pongo mi media sonrisa y miro al frente como si no me interesara para nada esta conversación.

-¿Qué quieres decir con eso?- pregunta molesta.

Tengo la sensación de que estaba molesta antes de entrar por la puerta de clase, y a mi pesar estoy disfrutando de esto.

-Oh, nada. Simplemente quería recalcar el gris de tu pelo, que llevabas todos los libros de hoy enredados en las manos y que has llegado corriendo como si te persiguiera el diablo. Ah, espera, ¿es eso que veo un reloj puesto al revés?-Esta vez no lo aguanto y saco mi sonrisa maliciosa al exterior. Por lo que veo eso solo hace que esté más furiosa, al darse cuenta de que digo la verdad con el reloj, da la sensación de estar a punto de tirarse encima de alguien. De mi, probablemente. En vez de eso, se da la vuelta y me ignora lo que queda de hora.

La clase acaba y la chica - Lesly, según la ha llamado el profesor- me corta el paso hacia la salida. Yo ya he puesto los pies en el suelo, y me he reprendido mentalmente por haberme centrado en ella en vez de en literatura. No estoy aquí para hacer enemigos, mi padre me lo ha dejado muy claro, sino para sacar buenas notas y (esto ya es cosa mía) ir a la universidad más lejos de él como sea posible. Por eso me paro y la miro con indiferencia mientras le pregunto que qué cree que hace.

-Esta es la cuestión: lo único que quiero es que este curso pase volando y que vuelva el verano. Intento no morirme del asco, y para eso también necesito tu colaboración. No me hables, no te hablo. Fin

Vale, es directa, lo reconozco. Y, aunque no quiero darle más juego, no voy a permitir que nadie me hable así.

-Mira, nena, no tienes ni idea de lo que es morirte del asco, asique no te creas tan especial. Todos tenemos que lidiar con el instituto y si no te gusta, no me importa. Yo no pongo las reglas, cariño. Sólo me encargo de no cumplirlas- Con eso y un guiño a su bonita cara, me voy dejándola con la palabra en la boca y una mirada iracunda.

Una cosa parece clara, Lesly la loca no se rinde. Y mientras esbozo una sonrisita al ver como se tropieza al intentar salir de clase, me digo que me da igual lo que haga esta chica.
Aunque en el fondo sepa que no es verdad.

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⏰ Última actualización: Apr 08, 2018 ⏰

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