El poeta del Hotel Iturbide

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Hace muchos años cuando el Palacio de Iturbide era un Hotel, se hospedaba José Antonio Cervantes y su esposa Mariana Hurtado, un matrimonio lleno de esperanzas por alcanzar la vida acaudalada que alguna vez tuvieron de niños. El problema en ellos es que eran los hijos más pequeños de sus respectivas familias, lo cual los dejaba sin muchas esperanzas para reclamar herencia. 

Don José Antonio en su negación ante los problemas económicos que tenían, siempre se iba a algún bar o salón de baile en donde con versos y poemas conquistaba a alguna señorita, le invitaba un trago y después la acompañaba hasta su casa mientras su esposa se quedaba en vela en el hotel hasta que su marido llegaba desfajado, oliendo a alcohol y perfume de mujer. 

Una noche doña Mariana Hurtado ante la preocupación del "qué dirán" al tener como esposo a un poeta fracasado, borracho, mujeriego y despreocupado por no solucionar sus problemas económicos le recriminó su poca hombría como marido. Él ante tal ofensa tomó a su mujer y la reprendió dándole puñetazos y patadas una y otra vez, sólo pudo parar hasta que vio que ella dejó de llorar y gritar pero para entonces ya estaba muerta. 

Don José Antonio miró el cuerpo de su esposa desconcertado, alzó la mirada y al mirarse fijamente en el espejo barroco que decoraba la habitación notó que a un lado de su reflejo se hallaba su mujer mirándolo con irá, asustado rompió el espejo, tomó un vidrio y con arrepentimiento por lo que hizo se lo clavó en el cuello, después de lo sucedido comenzaron a pasar cosas extrañas en el hotel, la noticia en el periódico y los rumores de que el dueño tenía pacto con el diablo lo llevaron a la quiebra hasta que en 1930 fue cerrado.

El espejo fue reparado y actualmente aún sigue en el Palacio de Iturbide pero se dice que en las noches se escuchan los gritos y llantos de doña Mariana Hurtado. Algunas mujeres afirman que cuando se miran en el espejo por un largo tiempo aparece un hombre de traje y les dedica un verso halagando su belleza. 


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