Alia, al despertar, recordaba lo que había hecho el día anterior casi como si de un sueño se tratara.
Pero sabía que no era un sueño al ver la caja de madera que se encontraba a su lado.
Antes de dormir, Alia, guardo la muñeca en su caja y la mantuvo a su lado mientras dormía, para no romper una de las reglas.
Alia se sentó sobre su cama y comenzó a ver la llave que colgaba de su cuello, y la marca en forma de mariposa sobre su pecho. No sabía porque, pero por alguna razón, sentía tristeza al ver la llave.
Se levanto de su cama, y comenzó a vestirte para asistir a su segundo semestre de bachillerato. A pesar de haber asistido por medio año, no hablaba con nadie. No tenía amigos, ni conocidos. Solo ocupa un lugar más en su salón. Pero a pesar de su soledad, no le molestaba en lo absoluto. Prefería mantenerse apartada de los demás, a estar con personas que no le agradaran. Pero aun así, sentía curiosidad por saber, que se sentía tener amigos.
Con esa curiosidad, y temor, se acerco a la caja donde se encontraba la muñeca. Inserto la llave que colgaba de su cuello abriendo la caja. La muñeca se encontraba dentro. Parecía más un cuerpo en reposo que se movería en cualquier momento que una muñeca. La levanto con delicadeza, y la dejo sobre su cama. Después abrió la pequeña puerta del fondo de la caja, sacando el libro, la manzana y la caja con espinas. Volvió a leer el libro y la nota que tenia para estar segura de recordarlo todo.
-madre. . . podre verte de nuevo. . – decía Alia con una sonrisa temerosa.
Saco una de las espinas de la caja, y con su mano izquierda, tomo la manzana. La manzana se sentía tibia y ligeramente pesada. Y una vez cada veinte segundos, se sentía como palpitaba.
Alia miraba a la muñeca de reojo acercando la temblorosa espina a la manzana. Poco antes de que la espina tocara la manzana, Alia, soltó un suspiro alejando la espina.
-no puedo hacerlo. . – decía con miedo y decepción.
Sin previo aviso, se escucho como alguien tocaba su puerta.
-Alia. Ya es hora de que salgas. Me tengo que ir. Te puedo llevar en mi auto hasta tu escuela- se escuchaba la voz de su padre a través de la puerta.
Alia, con miedo de que su padre viera a la muñeca, guardo rápidamente las espinas, manzana, y libro bajo la puerta de la caja. Tomo rápidamente a la muñeca metiéndola a la caja, golpeándola por accidente en la cabeza con uno de los bordes. La cerro y la metió bajo su cama mientras veía como se abría su puerta.
-¿estás lista hija?-
-si papá. Solo deja guardo unos cuadernos- decía Alia claramente acelerada.
-te espero afuera- decía su padre cerrando la puerta de su habitación y encaminándose a la salida.
Alia soltó un suspiro de alivio. Al girarse para buscar su cuaderno, sintió como algo la golpeo fuertemente en la cabeza tirándola al suelo. Con claro dolor, toco el sitio donde sintió el golpe, notando que salía sangre. Recordó como había golpeado por accidente a la muñeca en la misma parte donde le salía sangre. Escuchaba como debajo de su cama, se movía con violencia la caja. Se levanto rápidamente tomando su mochila y una pequeña toalla de mano encaminándose rápidamente a la salida de su casa poniendo la toalla detrás de su cabeza para secar la sangre.
Alia guardo la toalla ensangrentada en su mochila antes de entrar al auto de su padre fingiendo una tranquilidad que no sentía.
-¿tienes todo?- pregunto su padre con alegría.
-si- respondió Alia con una sonrisa forzada.
Alia fue la primera de su clase en llegar. Estaba acostumbrada a ser la primera en llegar. Ya que le desagradaba la idea de ser vista por sus compañeros al llegar. Como acostumbraba a hacer, se sentó en el ultimo asiento de la primera fila. Veía como sus compañeros llegaba, muchos saludándose entre ellos. Ella solo los observaba de lejos, casi como si ignoraran su presencia. Al trascurrir el día, notaba como un grupo de tres personas la miraban y se reían. Eso le molestaba y estresada al mismo tiempo. Nunca quería estar en boca de nadie. Pensaba que estaría mejor si no saliera de su casa. Pero después, recordaba lo que le esperaba debajo de su cama. Al terminar el día, regreso a su casa tomando el trasporte público sentándose en el ultimo asiento como de costumbre. Al tocar la perilla de su puerta, sintió miedo y desconfianza de pensar lo que podría pasar a causa de muñeca.
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Sonrisa de muñeca
Terrorsi me estás leyendo, quiere decir que tus oraciones han sido escuchadas. Tus deseos serán cumplidos ya que esta muñeca puede concederte cualquier deseó que le pidas. Pero a cambio tienes que jugar con ella. Puedes pedirle 9 deseos, pero a cambio tie...