Alumno

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Alumno

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Era curioso como podían cambiar las cosas en solo un instante, un momento en el que repentinamente la vida da un vuelco de 360 grados y, sin darse cuenta, uno se acaba acostumbrando.

Porque él ya estaba acostumbrado. Estaba habituado a ver los rostros de su madre y los tres pequeños de la casa recibiéndole con una sonrisa en el desayuno, a ser buscado por sus dos amigos para ir rápidamente al instituto para no ser castigados por el comité de disciplina por llegar tarde.

Estaba habituado a que su día fuera ajetreado, de lado a lado siempre, por una razón tras otra, acabando exhausto al caer la noche. Ya no concebía otra rutina que no fuera esa.

Si alguien le hubiera preguntado antes de ello si soportaría todo lo que ahora aguantaba, seguramente lo hubiera negado en rotundo.
Siempre había deseado una vida tranquila, sin destacar ni sobresalir. Conocido tan solo por su torpeza y malas calificaciones, jamás imaginó que su destino cambiara de un día para el otro.

Así como nunca pensó que acabaría acostumbrándose a su ahora alocada vida.

Todo empezó aquel día en el que su madre dejó entrar en sus vidas a aquel pequeño de sombrero negro que afirmaba ser su tutor y, añadido, el mejor asesino del mundo. Quien le habló de cosas tan imposibles como que él, un torpe de nacimiento, sería el futuro jefe de una familia mafiosa, ni más ni menos.

Por supuesto, pensó que el niño deliraba o estaba jugándole una broma, aunque pronto se dio cuenta de que no era así.

Ese fue el final de su vida tranquila y normal para pasar a la llena de locuras, peligros, amistades, batallas y dolorosos entrenamientos espartanos.

Si alguien le preguntara ahora qué era lo que jamás imaginó que sucedería en su nueva vida, no tendría duda alguna de su respuesta.

Nunca pensó que podía llegar a encariñarse con su espartano y sádico tutor, ese que había voicoteado todos sus planes futuros y borrado su escrito destino.

Sería algo contradictorio aquello, dado que Reborn tan solo se dedicaba a martirizarle y "tutorizarle" en la mayoría de lo posible, pero debía admitir que, en el fondo, siempre tenía buenas intenciones.

Por muy rebuscados y dolorosos que fueran sus planes, él sabía perfectamente que el hitman nunca hacía nada sin una intención oculta.

Además, era el mismo que lo había obligado a no rendirse, a no dejarse vencer por las circunstancias, por muy desfavorables que estas fueran. Siempre estaba ahí cuando sentía que su fuerza no era suficiente, cuando ni él mismo se veía capaz de seguir adelante.

Con unas palabras, Reborn siempre conseguía convencerle de que debía levantarse por mucho que cayera, que debía seguir luchando, y al final acababa teniendo razón. Sabía ver más allá y le apoyaba a su manera cuando ni él mismo se veía con posiblilidades.

Quizá era por eso que, cuando vio la oportunidad de devolverle el favor, quiso ayudarle con todo lo que podía.

Aun cuando el mismo Reborn dudó de su capacidad y fuerza, diciéndole claramente que no tenía oportunidad de vencer cuando las anteriores veces le había dicho siempre lo contrario.

Aun cuando se negó a ser ayudado, él decidió que no se rendiría. Incluso si no contaba con el apoyo de su tutor, aunque la posibilidad de éxito fuera de una entre tres millones, no importaba.

Le daba igual porque, aunque sabía que lo más probable era que fracasara, incluso sabiendo que podría llegar a morir en la batalla, debía intentarlo. Porque debía mucho al hitman, más de lo que este creería, y no permitiría dejarle morir.

Quizá fue también algo egoísta, porque pensó en él mismo, en que no se vería capaz de acudir a su entierro.

Su cargo de conciencia siempre le recordaría que fue incapaz de proteger a una de las personas más importantes en su vida, y se atormentaría con ello.

Sonrió al recordar que al final todo salió bien. Fue capaz de ayudar a todos, de evitar cualquier muerte y pudo demostrar a su tutor que había superado incluso sus expectativas.

Le miró de reojo, aun con la sonrisa en su rostro. Estaba tomando un expresso mientras leía un libro, encima de su cama. A su lado izquierdo, Natsu dormitaba tranquilamente mientran en el derecho, Leon convertido en pistola reposaba en la almohada, listo para ser tomado por Reborn en cuanto este lo quisiera.

—Reborn… —llamó, y el aludido despegó su mirada azabache para mirarle—. Gracias.

—¿Qué mosca te ha picado? —casi rió al ver la ceja alzada del hitman—. Déjate de tonterías, Dame-Tsuna, ponte a estudiar —ordenó el hitman, y un disparo rozó por poco sus cabellos castaños.

—¡Hiee! ¡Está bien! —exclamó, centrando sus orbes color chocolate en el cuaderno que tenía encima del escritorio.

Se había distraído pensando en aquellos alocados años de su vida, olvidando que su tutor le había obligado a estudiar para su próximo examen.

Con un suspiro resignado, aunque al tiempo una cálida sonrisa surcaba su rostro, dedicó un último pensamiento antes de sumegirse en el tedioso mundo del álgebra.

Si alguien le preguntara ahora si desearía volver a su antigua y pacífica vida, si se arrepentía de algo que había hecho en aquel tiempo, definitivamente diría que no.

Porque gracias a ello su destino había sido reescrito, había conocido grandes amigos, pasado grandes momentos y no los cambiaría por nada.

Se alegraba de ser el alumno de Reborn.

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Salut~. Si, matadme XD. Me pidieron dos personas que hiciera algo con estos dos (si leen esto creo que sabran quienes son) y como mi hermosa preciosa y adoradisima amiga es taaaaan considerada (notese la ironia) pues me dijo: ¡ponte a hacerlo ahora!

Y aqui está el resultado.

Bien~. Sera un two-shoot. EN PRINCIPIO VALE PORQUE A ESTA TIPA SE LE OCURRE DE TODO Y LA VICTIMA SOY YO.

Dicho esto~.

¿Merezco un comentario/voto? ¿Un disparo? ¿Tartita?

¡Au revoir! Nos leeremos pronto~.

Tutor y AlumnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora