Presto corría indignado. Abucheos, cánticos y mantras hacían eco entre los edificios en un resonar de ultratumba urbano, hasta que dejaron de hacerlo y, sin darse cuenta, lo consiguió, se refugió bajo el cielo de una calle cercana. Solos él, el asfalto y los cristales rotos: lo habían boicoteado.
Una y otra vez lo repetían, el artificial rumor de violencia hacía agua la boca de los mandatarios. Las verdades pueden doler pero más vale solucionar los problemas que alargar la terminalidad inevitable de la situación, siendo este el sentido común, colapsado junto a la moral ante el peso de su orgullo y avaricia, productos de una fría y competitiva infancia.
Todavía con batería y entre el sonido de las estrellas cruzando el firmamento atisbaba con pestañas la red estresada de noticias continuas y sociales colapsadas. La gente tenía voz propia y no se calló nadie.
Recordando, con más ilusión temorosa que temor ilusionado, la idea de una nueva sociedad cual hippie conectado y descubrió sin asombro que la brecha entre lo real y lo oficial se hacía cada vez más evidente, que unos "locutores" de noticiarios aguantaban carcajadas y alargaban la mano mientras que otros indignados dejaban los medios sectarios que tanto les pagaban para pasarse al bando independiente y hacer historia con sus teclas por espada y la verdad por escudo.
Debía ser el día en que se escucharan nuestras voces, el día en que al menos se nos acallara con peueños cambios. Pero no era la gran crisis la que hablaba sino el medieval miedo a quedar a la altura del vulgo, o lo que es peor, el miedo a descubrir que no es que hubieran bajado sino que nunca llegaron a estar a la altura, a ver la sombra de la realidad; por tanto, se limitaron a aguantar, a cerrarse en banda.
Antes el destino de la humanidad brillaba, ahora lo hace su ausencia, o al menos la del futuro deseado porque nunca pensé que la mejor etapa de la historia del hombre se cerrase entre guerrillas urbanas por defender lo que siempre pareció ser nuestro, por defender esa quimera liquida que se escurrió entre las manos de la historia. Ahora, tras ver protestas por las noticias preguntando qué podían hacer o cómo podían arreglarlo, el escenario ha cambiado y ahora, tarde, nos preguntamos... por qué no hicimos más?
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El Eco de los Mantras
القصة القصيرةUna mezcla de narración, historia corta y poesía. La precipitación de la palabra cuando se abandona el camino de la oratoria recta y se ataja por la danza escrita. Espero que os guste.