Jamir

1.4K 102 13
                                    

-¡Maldición! ¡Han vuelto a fracasar! ¡Inconcebible!

Esa misión comenzaba a darle verdaderos dolores de cabeza al Patriarca, quien con cada fracaso aumentaba el nivel de destreza y habilidad del responsable y aun así, ninguno había logrado siquiera llegar ante aquel a quien buscaba tan arduamente.

Bastantes años habían pasado ya desde que el caballero de Aries desertó del santuario, y durante todos ellos había, sin éxito, intentado capturarlo por su osadía.

Aun que siguiendo las órdenes dadas por Athena desde la era del mito debería matarle, Mu era el único capaz de reparar las 88 armaduras por lo cual no podía darse el lujo de acabar con su vida, por lo menos no por ahora.

El encargado de darle la mala noticia tembló de pies a cabeza ante la ira de aquel a quien el pueblo veía como la encarnación de un Dios (El cual parecía transformarse apenas ponía un pie en el santuario) y con voz temblorosa le dijo-Su ilustrísima, el herrero de Jamir no es un enemigo común, todo aquel a quien ha enviado no ha conseguido siquiera verle, las barreras y trampas en los Himalayas no les han permitido acercarse, es tan poderoso que...

-¡Basta!-le interrumpió abruptamente, lo cual hizo que el orador abriera los ojos como platos y diera un respingo-¡Estoy harto de las excusas!-gritó levantándose de su silla y pasando por un lado de aquella persona con lentitud y elegancia. Esta ultima cerró los ojos fuertemente como esperando algún tipo de represalia por parte del sumo pontífice, sin embargo el mencionado se limitó a dirigirse a la entrada del recinto y mirar hacia el horizonte, años atrás el asunto le hubiera parecido absurdo y quizá hasta lo dejaría por la paz, pero se había creado tanto revuelo alrededor de los fallidos intentos de nobles caballeros del santuario por capturar al aries, que el patriarca comprendió que debía dejar un mensaje muy claro: nada ni nadie estaba por encima de su autoridad, y todo aquel que osara retarle, recibiría tarde que temprano su castigo. Estaba meditando en eso cuando por fin pareció hallar resolución a su problema, esbozó una imperceptible sonrisa de lado y se volteó para con el mensajero.

-Te aseguro que pronto ese herrero dejará de ser una molestia-le dijo con total confianza en su voz, lo cual hizo que el mensajero arqueara una ceja, pero después le sonrió al patriarca, entendiendo que ya se traía un plan entre manos y esperando entonces sus órdenes.

"Si quieres que algo salga bien, hazlo tu mismo..."

...O...

Puertas y cajones eran abiertos de una manera un tanto brusca y desordenada por cierto peli lila, en desesperada búsqueda de una especia que estaba muy seguro acababa de ver el día de ayer, suspiró con enfado y se pasó una mano por la frente, jalando con ello su flequillo hacia atrás en lo que era un ademan propio de cuando estaba a punto de perder la paciencia, cerró todos los cajones y puertas decidiendo mejor dirigir sus pasos al comedor y sentarse un momento para aclarar su mente, era una cosa muy boba y trivial, pero el aries solía perder con facilidad aquello con esas características y cuando las necesitaba la historia parecía repetirse sin fin. Estaba sumido en sus cavilaciones cuando sintió un poderoso cosmos aproximarse por el puente de Jamir, se levantó de golpe, recargando ambas palmas sobre la modesta mesa de madera y poniéndose tenso de inmediato, hacia demasiado tiempo que nadie lograba llegar tan lejos y eso más que asustarlo le dio curiosidad, aunque debía estar preparado para una posible amenaza, así que se acercó cautelosamente a la entrada de su torre para poder recibir al portador de la poderosa cosmo-energía. Cuál fue su sorpresa al encontrarse con un rostro que hacía años no veía y francamente, después de tanto tiempo, le alegró ver.

-¿Saga?-preguntó con voz temblorosa y notablemente incrédula, alzando sus místicos puntos por la impresión de ver al caballero de géminis en Jamir. El peli azul no llevaba puesta su armadura, haciéndole ver con ello que venia en "son de paz"...mas traía una caja de pandora en la espalda y el aries, siendo las armaduras su especialidad, notó inmediatamente que no era la de géminis, incluso, ni siquiera se trataba de una armadura dorada. Todas esas observaciones no hicieron más que su curiosidad aumentara, era sin lugar a dudas un cuadro bastante peculiar.

La busquedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora