“Pero no es así, Mabel —la mano fría de mi hermano se ubica sobre mi tembloroso hombro —. Mira, las cosas no van a quedarse así como están, es parte de crecer —su mirada se dirige al suelo —. Las cosas cambian, el verano termina...”
Mis ojos vuelven a escocer como en aquel día cercano —a mi perspectiva, tan remoto como si hubiese sido el año anterior —, en que creí perder a mi hermano para siempre. En aquel entonces, me sentía más sola que nunca. Ese día, comprendí que la lejanía emocional es más fuerte que la física; que aunque estés junto a alguien, esa persona puede estar muy lejos de ti. Que quien dice estar siempre para ti, en realidad puede no estarlo.
Solo en aquel día, que no era otro que cuando el caos se desató finalmente sobre nosotros y Bill Cipher tomó las riendas del pueblo, manejándolas a su antojo y manipulando a la población como marionetas de calcetines.
Y qué ironía que yo, Mabel Pines, lo pensara. La chica quien fingió un enfermizo amor por las marionetas para ocultar la verdadera obsesión que tenía con un titiritero demente.
Estaba tan obsesionada que casi ni me entero de que Bill estaba poseyendo a mi gemelo.
“¡Se acercan grandes cosas! —chilla el demonio en el cuerpo de la marioneta —. No podrán detenerme...”
Así que ésas eran las grandes cosas de las que hablaba. Caos total. Gente convertida en metal. Preston Northwest con los orificios de su cara cambiados de lugar. Aunque debo admitir que eso fue bastante gracioso...
¡No! El punto es que Bill se hizo con el poder de Gravity Falls, me encerró en una burbuja de fantasía y dejó al resto de mi familia a su suerte.
Mabelandia, la burbuja creada por Bill, era completamente otra historia.
Ese lugar es de ensueño; tan alegre, tan perfecto, tan lleno de vida y color, que jamás hubiera podido darme cuenta de que no era lo que realmente quería si no hubiese sido por Dipper. Aún sigo planteándome qué hubiera sido de mí si él no me hubiera rescatado.
“Mira, la vida real apesta algunas veces, no voy a mentir, pero hay una mejor manera de superarla que con la negación, y es con la ayuda de las personas que se preocupan por ti —esboza una pequeña, pero sincera sonrisa —. Así es como lo hemos hecho durante toda nuestra vida...”
Él se había preocupado por mí; empezando por el hecho de que pudo haberse salvado a él mismo, y sin embargo, decidió venir a buscarme. Luego, en vez de escapar solo al mundo real, se quedó conmigo y logró hacerme volver, dispuesto a no marcharse de allá sin mí.
Él era un hermano de verdad. Ojalá yo haya sido tan buena hermana como él lo ha sido conmigo.
¿Por qué hablo en pasado?
Porque ya nada es igual.
El verano terminó.
Hay que decir adiós.
El Raromagedón llegó a su fin, Stan recuperó su memoria, y en nuestro treceavo cumpleaños abandonaría el pueblo, tal vez para siempre.
Después de todo, ¿quién sabe?
Un poco más de verano, eso era lo único que pedía.
Él se aprovechó de mí, de mi deseo tan desenfrenado por quedarme, del pobre anhelo de una niña, que causó el caos total.
Ahora ya todo está bien, el mundo está a salvo. Todo ha terminado, y eso es lo que más me duele.
Porque terminar significa irse.
Irse significa decir adiós.
Decir adiós significa no volver.
Y no volver significa olvidar.
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Adiós... [Gravity Falls one-shot]
FanfictionEl tiempo ha llegado Es lo mejor, lo sé ¿Quién pudo haber sabido que tú y yo De algún modo, de alguna forma, Tendríamos que decir "adiós"...? * (No admito copias parciales o totales de esta obra) Gravity Falls © Alex Hirsch