Comienza el año

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Una chica de cabellos azules, al igual que sus ojos, caminaba hacia los pasillos de las habitaciones lentamente mientras miraba pensativamente el suelo. El año escolar comenzaba de nuevo y había tenido que dejar el infierno para asistir a una academia muy alejada de su hogar por orden de su padre.

Estaba enojada y frustrada a partes iguales. No se sentía a gusto rodeada por tanta gente que no conocía y no le agradaban los cambios tan drásticos. Varios se volteaban a verla cuando pasaba, pero ella se mostraba indiferente, como si no se diera cuenta. Cruzó pasillos y atravezó salones, siguiendo el instinto que tanto caracterizaba su raza, hasta llegar a su destino: el enorme salón central de la escuela. Una habitación de techos altos, casi completamente hecha de maderas y piedra, con grandes palcos que asomaban desde arriba, junto a una u otra gárgola. Había mucha gente que iba y venía desde todas partes, hablando o buscando a alguien. Estaba en Thironelle. La Academia D'Thironelle. Suspiró. Tendría que hacerse la idea desde ya: soportar el lugar y estudiar allí todo el año, como mínimo. Intentó despejarse y centrarse en lo que estaba haciendo. Se acercó al sector de informaciones y alzó la cabeza con el seño medio fruncido para echar una mirada al tablón de noticias, en el que, colgado en un papel en la base de corcho, figuraba su número de habitación y su compañera de cuarto. Aunque, la verdad, sólo leyó la primera información.

---342...--- susurró para sí misma. Volteó y luego se dirijió a su nueva habitación, en silencio, tal como había llegado.

Al entrar, se encontró con un gran y bien iluminado cuarto con vista a uno de los jardines. Habían dos camas a los lados opuestos de esta, una junto a la ventana y otra en un rincón más sombrío. Se acercó a la primera y dejó su maleta pesadamente sobre el colchón, sumida en sus pensamientos. Cuando se disponía a abrirla, sintió unos suaves pero persistentes golpes en la puerta. Se giró y se dirigió a la puerta. Giró la manija y al a tirar de ella, apareció en el pasillo una chica bajita, de largo y ondulado cabello rubio y tez pálida -muy pálida, para su gusto- que arrastraba una pesada maleta tras ella. Observó a la peliazul con sus grandes ojos color ámbar.

Ambas se miraron unos momentos, como si intentaran adivinar qué pensaba la otra.

Luego de unos segundos, la recién llegada habló.
---Esto... Hola, me llamo Chiara y soy tu nueva compañera de habitación. ¿Tu eres...?--- preguntó mientras echaba una rapida mirada al interior de la habitación.

---Amy. Me llamo Amy.--- dijo la peliazul espabilando mientras volvía al asunto de su maleta sin prestar mucha atención a la recién llegada.

---Encantada, Amy.--- Dijo aún así Chiara sonriendo ampliamente mientras hacía una reverencia.

Al girarse una última vez, sólo entonces se percató de los colmillos que sobresalían levemente de la boca de la rubia.

---Esto... ¿eres una vampireza?--- dijo sin dirijirle la mirada mientras desempacaba.

Chiara cerró la boca abruptamente mientras se enderezaba con movimientos algo torpes.

---yo... pues... podría decirse que sí... aunque el único "don" que poseo sería volar y chupar sangre...--- dijo ella cabizbaja- ¡pero no te asustes, eso último casi no lo hago!--- se apresuró a decir, al caer en la cuenta de que sus palabras podrían ser fácilmente malinterpretadas. Amy sólo asintió, algo cortada.

En silencio, Chiara arrastró su maleta a la cama en el sector más oscuro.

---oh, lo lamento. ¿Querías tú esta cama?--- preguntó Amy algo más despierta, señalando la cama junto a la ventana.

---no te preocupes--- sonrió Chiara--- ahí hay mucha luz.---

Amy no contestó y siguió desempacando.

Pelea Junto a Mí (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora