II

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Ya había pasado todo, la tierra dejó de moverse y desde arriba no provenía ningún ruido. Faragonda fue la primera en subir a la superficie, seguida de las Winx y los profesores, las demás se unieron luego de unos minutos. Lo que la directora vio era exactamente lo que esperaba: en la escuela no quedaba nada. No quedó absolutamente nada de pie, todo derrumbado, todo destruido.

—No se preocupe, Señorita Faragonda. Podremos reconstruirla -Flora trató de animarla.

—No, Flora. No podremos -respondió la directora enseguida.

—¿Qué? ¿Por qué? -preguntó Bloom. La respuesta de Faragonda le había preocupado aún más de lo que estaba al ver su escuela así.

—Lo que pasó fue el resultado de la magia. Verán... Cada cierto tiempo, la magia que utilizamos se acumula de tal forma que se representa en una especie de nube, como la que hubo aquí. La característica de aquella nube es que destruye todo a su paso y luego de ello, la magia destructiva aún queda en el lugar. Si construyes algo, se destruirá por si solo al instante.

—Es por eso que no se podrá reconstruir Alfea, al menos aquí -agregó Tecna.

—Exacto, pero igual manera, no hay lugar para ello. Sólo tenemos una opción, irnos a Torre Nubosa.

—¿Griffin estará de acuerdo? -preguntó el profesor Avalon.

—Sí, lo está. Ambas conocíamos la existencia de esto, así que, si a alguna le pasaba, la otra ofrecía su escuela para continuar con las clases.

—¿Qué haremos por ahora? -preguntó una de las alumnas.

—Por ahora les sugiero que vayan a sus hogares y les informen de esto. Antes de trasladarlas a todas a Torre Nubosa, necesito la autorización de sus padres -respondió Faragonda.

Todos quienes residían en Alfea trataron de recuperar algunas de sus cosas: ropa, cosas de valor, etc. No fue mucho lo que se pudo rescatar, pero si lo necesario para que todos pudieran volver. Luego de buscar entre los escombros y antes de volver a sus casas, las Winx decidieron ir a Magix. Necesitaban una pequeña distracción, algo que hiciera que olvidaran lo sucedido. Stella sugirió ir de compras y por primera vez, absolutamente todas aceptaron.

Y dicho y hecho, todas las hadas de Alfea emprendieron rumbo a sus casas. Bloom primero fue a Gardenia, con sus padres de la Tierra. Les contó lo sucedido y ambos entendieron y accedieron a que Bloom continuara en Torre Nubosa. Sólo faltaba la autorización de sus padres biológicos, ahora que los tenía con ellos, debía tenerlos presentes en su vida.

No demoró mucho en llegar a Domino.

Oritel y Marion se encontraban en la sala del trono, atendiendo asuntos reales a los que Bloom prefería mantenerse alejada. Sus padres le habían dicho que algún día ella gobernaría, pero aún era demasiado pronto y prefería preocuparse de terminar sus estudios. Por ello, esperó a los reyes de Dómino en la sala que utilizaban para compartir una deliciosa taza de té.

—¡Oh, cariño! Nos enteramos de lo que ocurrió en Alfea -habló Marion al entrar a la habitación. Corrió hacia donde estaba su hija y la abrazó.

—Fue horrible, mamá -dijo Bloom con mucha tristeza.

—¿Qué harán para continuar las clases? -preguntó Oritel.

—Continuaremos en Torre Nubosa, Faragonda necesita su autorización. Mike y Vanesa ya accedieron.

Los gobernantes de Domino se miraron el uno a otro preocupados.

—¿Qué sucede?

—No estudiarás en Torre Nubosa -dijo Oritel utilizando un tono firme, el que utilizan los papás al regañar a sus hijos o al no autorizarlos a salir.

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