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—¡Stella! Levántate que llegaremos tarde -habló Bloom luego de hacer ingreso a la habitación de su amiga. Se dirigió directamente hacia las ventanas para correr las cortinas y dejar que el sol entrara.

—Hmm... Cinco minutos más, mami -runruneó acomodándose en su cama.

—No soy tu mami -respondió ella riéndose ante el comentario de Stella.

—¿Bloom? ¿Qué hora es? -preguntó Stella luego de abrir ligeramente sus ojos.

—Sólo diré que en diez minutos más debemos estar en clases.

—¡Qué! ¿¡Por qué no me despertaste antes?! -se levantó de un salto de la cama.

—Llevo más de una hora tratando hacerlo. Si no me hubieras ignorado...

—Lo siento, pensé que tratabas de despertar a Flora -mintió de una terrible manera.

—Claro, Flora tiene un cuarto para ella sola -enarcó una ceja.

—Bien, bien -chasqueó los dedos para que un destello iluminara su cuerpo y apareciera un vestido azul con sandalias a juego. —¡Lista!

—Vamos.

Ambas se dirigieron su clase casi corriendo, a pesar de ser hadas y tener poderes de transformación, no les gustaba utilizarlos para cosas tan comunes como ir de una habitación a otra. Las demás se habían adelantado, ya iban a comenzar cuando Stella y Bloom llegaron.

La primera clase que tuvieron fue de Metamorfosimbiosis, luego fue el turno de aprender a cómo dominar sus Encantrix; uno de los niveles más altos al que las hadas podían aspirar.

[Nota: Este fanfic se creó cuando aún eran 4 temporadas del Club Winx y he querido respetar ello. Por eso el Believix será el nivel más alto, nada de Sirenix ni Bloomix]

Al periodo de almuerzo las chicas fueron a la cafetería, como era de costumbre, cada una ordenó lo que quería comer para posteriormente situarse en una de las mesas disponibles. La conversación se centró en cosas triviales, como la maravillosa cita que Stella había tenido con su novio, Brandon o que, gracias al cambio de cocinera, la comida de Alfea ya no era como antes. Mientras platicaban, el cielo se oscureció repentinamente y la tierra comenzó a moverse de manera antinatural. Las chicas inmediatamente se levantaron de sus sillas, pero no lograban estar de pie por más de cinco segundos.

La directora Faragonda apareció.

Antes de que Bloom o las demás pudieran decirle algo o hacer algo, ella ya tenía a todas sus alumnas resguardadas en el subterráneo del establecimiento. Los profesores y el resto del personal también se encontraban ahí, con expresiones de preocupación. Muy pocos sabían qué era lo que de verdad pasaba. Allí abajo aún se movía la tierra, pero se sentía menos que en la superficie.

—¿Qué fue eso? -preguntó Flora.

—No lo sé -respondió de inmediato Musa.

—Eso fue una de las pocas catástrofes naturales de Magix que creí no ver mientras viviera -habló Faragonda luego de un momento de mucho silencio.

—¿Catástrofe natural? -el profesor Paladium se acercó hacia donde se encontraba la directora.

—Sí. Es algo que ocurre cada cierto tiempo, aun... -se cayó de golpe al sentir un estruendo proveniente de arriba. Algunas chicas gritaron del susto. —Aunque nadie sabe el tiempo exacto -continuó. —Puede ser cada mil años, cien o cada uno.

—Pero... ¿qué es exactamente? -Tecna habló luego de tratar de buscar algo en su base de datos. No había encontrado nada.

Faragonda no habló, sólo centró su vista hacia arriba, escuchando cómo Alfea era destruida. Tenía la certeza de ello ya que antes de llevar a todos al subterráneo, se cercioró de saber a qué se enfrentarían. Lo que vio fue algo similar a una nube, la cual desprendía rayos gigantes, ante los ojos de un inexperto parecía una tormenta normal, salvo que podía sentir de qué estaba hecha esa nube: magia pura.

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