Proclamado mío

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Ni Yu-Gi-Oh! Ni ninguno de sus personajes me pertenecen, estos pertenecen al gran maestro Kazuki Takahashi♥.  

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"El amor sólo existe en la obsesión de obtenerlo".


—Bésame Seto -La sola voz del chico frente a él hacía que el corazón del dueño de unos perfectos ojos zafiros se fundiera y destilara un inmensurable amor.

—Haré más que besarte, voy a hacerte mío -Las palabras del castaño provocaron un sonrojo delicioso en las níveas mejillas del portador de unos inigualables ojos color rubí a los que Seto Kaiba era completamente impotente, a los que caía rendido, solo porque estaba enamorado de este.

—Yo seré tuyo todas las veces que quieras -Esas palabras eran la invitación perfecta para el castaño para olvidarse de todo y poseer a Yami Atemu, la persona que él más amaba en el mundo.

—Por siempre y únicamente mío, eres mío, mío para siempre, me perteneces Yami -Al escuchar las palabras del oji-zafiro el oji-rubí sonrió ladinamente comenzando a besarlo de una manera lenta y pausada que con cada segundo que pasaba se volvía mucho más demandante, las caricias del tricolor recorrían la espalda del castaño mientras este se dedicaba a acariciar con un poco de fuerza las largas piernas de este hasta llegar a sus glúteos los cuales apretaba firmemente haciendo que el más bajo de los dos soltara suaves gemidos que excitaban al oji-zafiro.

—Vamos, mi dragón, tómame de una vez -El tricolor mencionaba las palabras como podía entre gemidos, ese apodo calentaba de sobremanera al castaño quien se volvía completamente un ser irracional al estar prendado del cuerpo del chico de los ojos rubíes.

—Como ordene, mi señor -Tal vez Seto Kaiba era orgulloso y le costaba mucho ser delicado con las personas que lo rodeaban, pero al estar junto al tricolor este se derretía, solo existía para complacer a Yami.

Seto comenzó a meter sus manos debajo de la playera del tricolor acariciando suavemente sus pezones mientras su boca bajaba desde la boca de Yami hasta su cuello el cual lamía como si probara alguna clase de rico manjar y precisamente para Seto no había manjar en este mundo más delicioso que su amado oji-rubí.

Yami gemía suavemente tratando de arrancarle la camisa al castaño, sus manos le exigían tocar su piel y comenzar a recorrerla con sus labios, como lo había hecho en el pasado tantas veces.

El castaño había subido la camisa del tricolor ya había comenzado a estimular los pezones de este con su hábil lengua, pero poco a poco había descendido desde estos por su abdomen dejando un camino de saliva, el blanco del oji-azul era llegar hasta la hombría del chico que tenía debajo de él.

Cuando llegó a esta abrió el botón del pantalón con cuidado, pero perdió todo tacto al momento de quitar de un solo jalón los pantalones del chico con su boxer para dejarlo totalmente desnudo de la cintura para abajo y expuesto totalmente para su disfrute.

Seto tomó la hombría del tricolor con su mano apretándolo con un poco de fuerza, haciendo que este sacara un gemido mucho más fuerte, para Seto eso gemidos eran música, era como si un coro de ángeles estuviese cantándole las canciones más bellas del universo y se sentía dichoso de solo poderlas escucharlas él.

—Ahhg Seto -El oji-rubí intentaba acallar sus gemidos mordiendose el dorso de su mano mientras el castaño comenzaba a masturbarlo de una forma rápida, siguió así hasta que notó la presencia de líquido pre-seminal en la punta del glande de Yami, antes de dejarlo acabar debía darle un placer mejor, ¿qué podía provocar eso más que meterlo a su boca?, nada.

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