Es lunes por la mañana...
Me encuentro en una pequeña cafetería, ubicada a dos calles de mi trabajo.
Aún es temprano, pero la fuerte lluvia del exterior me ayuda a permanecer despierto; además de los sonidos causados por la lluvia y el ventilador, ningún otro puede ser escuchado.
La iluminación es tenue, y el ligero olor a humedad cosquillea mi nariz.
En este momento, la cafetería me recuerda a aquellas escenas de detectives donde el personaje se encuentra dentro de un restaurante en medio de la noche, con una fuerte lluvia en el exterior, bebiendo un café caliente mientras piensa en el caso que lo atormenta.
Al pensar en eso, no pude evitar sonreír.
Esta cafetería no es muy conocida, y sólo unos cuantos clientes, capaces de ser contados con los dedos de una mano, entran en este lugar. Sin embargo, es por esa razón es mi cafetería favorita.
No me encanta el café, pero me gusta el ambiente de este lugar.
Silencioso, tranquilo y acogedor. Aquí nadie habla, sólo se limitan a leer los libros que llevan consigo, y a beber el café que se encuentra en su mesa. Las palabras son limitadas, y cuando alguien dice algo, por lo general sólo son pedidos o palabras de bienvenida y despedida.
Con mi café en la mano izquierda, uso mi mano derecha para sacar el reloj de plata que me regalo mi madre por mi ingreso a la universidad.
—6:20 a.m. —Murmuré, mirando el reloj de mi bolsillo.
Mi trabajo comienza a las 7:00 a.m., así que me quedan 40 minutos. Al principio tenía pensado quedarme en mi apartamento y salir sólo cuando faltaran 20 minutos, pero al recordar que tenía un asunto pendiente, entre a este lugar.
A pesar de que tengo trabajo, no estoy usando mi uniforme.
Por lo general no le presto mucha atención a mi apariencia. Si una prenda me agrada y es cómoda, entonces la utilizo, sin importar si la prenda tiene estampados de osos o si no combina con lo demás. Sin embargo, incluso yo no llevaría ese uniforme tan monótono y simple que aparte del gris no tiene ningún otro color, bueno, si contamos las manchas de aceite entonces todo sería diferente.
Cuando desperté ya era un poco tarde, así que me termine vistiendo con lo primero que encontré. Por eso, en este momento sólo estaba usando unos desgastados pantalones de mezclilla, regalados por mi hermano cuando le dejaron de venir; una camisa blanca con rayas negras, también cortesía de mi hermano; y unos tenis negros, obsequiados por mi bella madre.
De todas las prendas de ropa que tengo, estas son las más desgatadas, pero también mis favoritas. El llevarlas me recuerda a mi familia, que por el trabajo de mi padre ahora están en otro país.
Mientras pensaba en eso, recordé el asunto que tenía pendiente.
"Entonces... ¿Qué hago con esto?" Pensé, sacando la carta que estaba en mi cartera.
La carta tiene los característicos signos del paso del tiempo, dándole una apariencia más antigua de lo que es. Está un poco sucia, rota y arrugada, mostrando las dificultades que paso hasta acabar en mis manos.
Sin embargo, a pesar de que la carta ahora está en mi posesión. En un principio no fue escrita para mí. De hecho, dudo que tuviera un destinatario, ya que esta carta estaba dentro de una botella de cristal, flotando en la orilla del mar.
—Me pregunto... ¿Hubiera sido mejor no recogerla? —Murmuré, recordando lo que pasó ese día.
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Corazones de Papel.
RomanceExisten experiencias que uno siempre desea olvidar, pero que nunca puede hacerlo. Aquellas experiencias, convertidas en heridas emocionales, nos seguirán atormentando por toda la eternidad. Alicia es alguien que lo sabe muy bien. Después de todo, p...