La llegada

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Tal vez si hubiese iniciado a mas temprana edad , cuando mi imaginación  aun era infantil y volátil, mis historias fueran mas interesantes, llamativas,  excitantes. Llenas de paisajes extraordinarios y lugares impensables, de aventuras y peligros que enfrentar, de romances que vivir y magia por descubrir .  Aun podre hacerlo? - Me pregunte - Podre  evocar a esos fantasmas de mi imaginación y traerlos a vida sobre estas paginas a pesar de todo estos años?- Seguía preguntándome mirando la libreta sobre la mesa y pluma en mano. La habitación estaba cálida, y un leve olor a canela y almendras flotaba en el aire, mi favorito. Me levante del escritorio y me dirigí hacia la ventana. La tarde estaba cayendo y en las montañas se pintaban los últimos destellos del sol haciendo que estas parecieran en llamas..., era hermoso. Mas abajo se podía ver el bosque, con sus arboles altos y frondosos e  hojas oscuras que cautivaban con tan solo mirarlos. De pequeña me gustaba pensar  que era un lugar mágico y prohibido , con una historia antigua pero que nadie mas conocía ademas de las criaturas que vivían en el. Y pensar que esta vista fue la autora de las locas historias de mi imaginación. Desapareció el paisaje, y ahora solo puedo ver  a una joven adulta reflejada en el cristal, de una estatura media alta,  ojos marrones claros y pigmentos verdes que solo salen a relucir con la luz del sol. De un pelo castaño ondulado, casi rizo y rebelde que llega hasta la clavícula, con reflejos naturales dorados, de labios carnoso y cejas negras tupidas. Tenia una piel pálida, y no era del todo de rasgos finos dada a la diversidad de culturas que influyeron en la  genética de su familia, pero era de agradable parecer o al menos eso le gustaba pensar. Unos toques en la puerta me despertaron de mi ensueño, y mi aleje rápidamente de mi reflejo.

-Adelante - Anuncie mientras tomaba mi antigua posición frente al escritorio.

-Señorita, disculpe la interrupción, pero a venido alguien a verla.

-Quien a venido a verme, Albert?-pregunte mientras hacia como que escribía en la libreta.

-Creo que querrá saber por usted misma.

-Albert, sabes que no me gustan las sorpresas.-dije dando me la vuelta, pero Albert ya no estaba.

-Albert.., -llame pero no contesto. Seguro se fue corriendo al mercado, siempre se le hace tarde.

Agh! Ahora iba a tener que averiguar  quien era el misterioso visitante. Me pare de la silla y me alise el vestido. Era uno de mis favoritos,  de seda bien suave, color negro y  estampados de aves blancas, grises y crema alrededor de todo el vestido. Me llegaba hasta los pies, las mangas hasta los codos y el pecho iba cubierto. No era pomposo, sino que caía naturalmente bajo la cintura. Camine hasta el largo espejo situado en el fondo de la habitación y me pare frente a el. Mi pelo estaba domable a su manera, así que solo me  pinte los labios con un suave labial color cereza para ocultar un poco la palidez y listo.

Baje  por la larga escalera  hasta el vestíbulo con mis pies descalzos, y al llegar mi corazón se detuvo.

-Evangeline-dijo sonriente- he venido a llevarte a una aventura sin igual.

Retomando la cordura, le devolví la sonrisa.

-No se porque tardaste tanto.





EvangelineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora