Invierno (2)

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Depositó su abrigo en la solitaria silla de la cocina antes de cruzar el umbral que separaba el área común del dormitorio;un pequeño espacio que sin embargo era suficientemente espacioso para que cupiese una cama de dos plazas, además de algunos muebles de segunda mano. Una sonrisa brotó de sus labios espontáneamente al acercarse hacia el minúsculo escritorio de madera, apoyado en uno de los rincones de la habitación iluminada.

—No de nuevo...

Porque era verdad, por mucho que lo deseara después de un agotador día no habría nadie esperándole allí... despierto.

Y lo encontró, como siempre, durmiendo de forma tranquila con el pijama ya puesto. Mark reposaba su cabeza sobre una pila de papeles y trabajos soñando con quién sabe qué; tan sumido en sus sueños que un pequeño hilillo de saliva salía de sus labios, amenazando con ensuciar los valiosos apuntes en cualquier segundo. Negó con la cabeza, sonrisa en labios.

Hasta durmiendo se veía precioso, y solía apreciarle así a menudo; sus rutinas diferentes impedían que al final de la jornada se encontrase Mark aún despierto, aunque el menor lo intentase a diario.

Prueba de ello era que frecuentemente se quedaba dormido encima del escritorio, esperándole. 

—Mark, amor, despierta —le remeció, mientras que pasó el dedo pulgar derecho por la comisura de los suaves labios del menor, limpiándolos—. Es hora de ir a la cama...

Ngh...

Lo admiró lentamente. Desde la pequeña nariz tan especial que tenía, pasando por sus cejas en forma de alas de pájaros que enmarcaban a unos soñadores ojos que permanecían cerrados, hasta la dulce boca que daba los mejores besos de todos; esos labios que terminaban dejando salir carcajadas más que contagiosas y que, al mismo tiempo, le volvían loco en cada oportunidad que salía de ellos un tímido "te quiero" al que correspondía más que gustosamente.

Su boca se frunció en un mohín para acto seguido, abrirse en plena sorpresa. Y junto con ella sus ojos antes cerrados batieron sus lindas pestañas, desperezándose.

—¡Frío...!

Mark se alejó un tanto, algo un poco difícil apoyado en el escritorio como estaba. Retiró la mano del suave rostro del menor de forma automática y comprobó la temperatura de sus dedos al tocarse la cara con ellos: vaya que estaban helados.

—Perdón, Mark —se excusó de inmediato. El menor se comenzó a sentarse lentamente en la silla, sin romper el contacto visual en ningún momento—, pero tenía que limpiarte la baba antes de que dejaras un desastre en tus papeles.

—Me hubieses dejado así...

—Lo siento, pero mi deber moral me lo impide —respondió, sonriente—. Aunque si tanto quieres dormir...

Le vio asentir ligeramente antes de que sus cansados ojos volviesen a cerrarse, aún sentado derecho como una tabla. ¿Es que acaso pensaba irse a dormir así como así?

No se lo permitiría.

—¡Oye...!

El grito de reclamo —y con unas gotas de pavor— salió de la garganta de Mark cuando, con un rápido y calculado movimiento, le tomó debajo de las piernas y alrededor del torso para levantarlo en vilo. Sus ojos se encontraron.

Oh my god, bájame ya.

—Ni de broma. Apenas te puedes mantener con los ojos abiertos, si pones un pie en tierra de seguro terminas cayéndote y haciéndote papilla sabor Mark.

Forbidden Passion // JohnMark - NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora