Nuestras vidas.

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Aquí estoy, sola en un enorme salón, medio desnuda y avergonzada.

Decido subir a la habitación del ricachón, camino hacia allí por el pasillo y paso por delante de sus despacho el cual tenía la puerta abierta y donde estaba él, al verme pasar me persigue hasta su habitación, llego antes que él  y cierro la puerta en sus narices.

-Eh! Abre!

-vete!.-digo llorando avergonzada.

Estoy contra la puerta para que no la abra, pero él hace mucha más fuerza y finalmente la abre y al hacerlo me empuja y me caigo.

-Te vas a aprender mi culo de me moría...-digo con voz cansada.

-Ya me lo he aprendido.-me dice con tono divertido.

-Para! Y dame mis pantalones!

-voy

Se va y en dos minutos está aquí con mis pantalones cortos.
Estoy sentada en la cama con la cabeza humillada.
Él  me deja los pantalones en la cama.
Me coge con sus manos mi cara y me la levanta.

-deja de estar triste.-me dice con tono tranquilizador.

Yo le miro y el me mira y nos quedamos así un rato.
Joder es muy guapo y es muy fuerte y alto y sexy. Comienzo a sonrojarme muchísimo.
Él  se levanta y se dirige a la puerta.

-Te enseñaría la casa pero veo que ya te la sabes.- me dice sonriendo.

Yo le sonrio

-Que hora es ?-pregunto.

-Las 23:00, tienes hambre?-me pregunta.
Pues la verdad es que sí y mucho y además llevaba dos días y medio  inconsciente.

-pu... pues... sí. -digo tímida en voz baja.

-preparare algo y cenaremos.-me dice y se va.

No entiendo porque me habría encerrado en su casa de aquella forma, pero es muy educado otra cosa que tampoco entiendo, normalmente si alguien te roba lo primero que quieres hacer es matarle o darle una buena paliza y encima me ha pillado dos veces en su casa, este hombre no debe de estar muy cuerdo, intentaré escapar mañana mientras esté en el trabajo.

Hago un repaso mental de las partes de mi cuerpo que más me duelen, tengo  la cabeza que me da vueltas, las piernas me duelen al andar tanto que parece que me las están apuñalando y la espalda me dan unas punzadas cada vez que me agacho, supongo que será de la tremenda caída que he tenido.
La verdad es que llevo dos días... nunca me había pegado tantos porrazos en tan poco tiempo, esto me está matando y encima tengo que convivir con un tío al que le he intentado robar... madre mía me estoy muriendo de vergüenza.

Pasado un buen rato el ricachón llama a mi puerta y yo la abro desconfiada.

-Ven a comer algo.-me dice, y yo accedo a ello.

Bajo con él las escaleras y me quedo quieta de pié en medio del gran salón.

-ven, siéntate.

Yo me acerco sin quitarle la vista de encima y me siento en una cómoda silla.

En la mesa hay dos platos con un sándwich en cada plato y un poco de ensalada de guarnición.

Yo miro la comida con muchísimo deseo, pero sigo sin fiarme.

-come.-Me dice.

-Muerde mi sándwich tú primero.-le digo

-Que? No te fias?  Crees que voy a envenenarte?- me dice ofendido.

-si no tienes nada que ocultarme hazlo.-le digo clavandole la mirada.

El me mira y lo hace.

Y tras eso comienzo a comer mi sándwich mordido por él , y él come el suyo mientras que  cada dos por tres me miraba.

La LadronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora