Día 3

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Cantina. Lugar donde un desayuno te cuesta más que vender un órgano, aumenta todos los días y las colas sirven para enterarse de los chismes del día. Para rematar, normalmente no logras comprar cuando el timbre suena para ir a clases. La cola de hoy, había avanzado con extraordinaria rapidez, el intento de cajera me estaba comando mi pedido.

—Eh... una empanada de carne mechada y una malta bien fría.

—Solo queda nestí y tequeño. —Explotó el globito de chicle que hizo con su boca—. ¡Se te están quemando los tequeños, Yanitza del Valle! ajá, mijo ¿qué vas a querer? Dime rápido papito, no tengo todo el día, mi amor.

No me quedó de otra que pedir lo único que había, había pagado más de setenta soberanos en algo que ni satisfecho dejaría a mi estómago. Caminé a hacer la cola para tomar mi desayuno, la humedad hacía que me sudara todo el cuerpo, la cola avanzó hasta que solo quedaban dos por delante.

—Se acabaron los tequeños— gritó la cocinera.

El timbre sonó de inmediato luego de su grito.

Pedí mi dinero de vuelta y caminé con rapidez hacia la siguiente clase. Giré la manilla de la puerta del salón y estaba cerrado. Me asomé por la ventana y la profesora negaba con la cabeza haciendo señales con su cabeza de que me fuera. Así comenzó una discusión de señas para que me dejara pasar. Terminé perdiendo.

Esa vieja desgraciada.

Me senté en las gradas de la cancha, conecté mis audífonos y me puse a escuchar música.

Una pelota de voleibol me pegó en el coco, y al parecer durante toda la hora, toda clase de pelotas se pusieron de acuerdo en golpearme, me convertí en un imán de pelotas, incluso una de tenis, que unas niñas de primaria usaban para jugar a la papa caliente.

¿Cómo una pelota con complejo de papa caliente me pegó? No sé.

—Más caído de la mata no podías ser— habló Fernando haciéndome pegar un pequeño brinco—. ¿Y tú por qué sigues aquí? Me equivoco o ¿estas escuchando a Katy Perry?

Me quité los audífonos y lo miré

—Voy a esperar que salgan todos para ver quien me da la cola— contesté—. ¿Tú qué haces afuera? Katy Perry es bella, diva, qué hablas.

—Le volteé el bolso a Luisa, montó un show ahí adentro y me sacaron— soltó una carcajada—. Nojombre chico, tú vives a pata de mingo, vete caminando.

—Sí, ajá, si me roban tu me pagas los zapatos y el teléfono, ¿si va?

—Ya pues, era echando broma, tu si la enchabas muchacho marico.

El timbre de salida sonó y los muchachos se acercaron a nosotros con caras de trauma.

— ¿Y ustedes qué?— preguntó Fernando bostezando.

—Esa bicha nos hizo un examen a pepa de ojo, no nos dejó sacar la calculadora— contestó Carlos bravo—. Muérganos ustedes, de seguro les hace el examen otro día. Aléjense de José, anda echón porque le fue bien.

—Ese examen fue papita vale— respondió José con una sonrisa de oreja a oreja—. Tengo un hambre que no juega carrito.

—Epa, José, dame la cola ahí, pues. —Puso cara de fastidio—. No seas así, mira que me puede salir un choro si me voy caminando.

— ¿Quién huele a mono podrío? Naguara, vamos a hacer una vaca para comprarle un desodorante, porque tiene un violín tremendo, ¡rexona nunca te abandona, compatriota!— dijo Carlos—. Alcen las axilas, quien huela peor, es el indicado.

El Venezolano que Odiaba El Mango.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora