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Año 2077, 11 de octubre, 6:57 de la mañana

JongDae rueda en su cama sin poder dormir, se encuentra envuelto en un nudo de sabanas frías, que, en lugar de darle calor , le provocan un frio horrible, pero no es el frio lo que mantiene a JongDae despierto, tampoco son los débiles rayos de luz que se escabullen por su ventana y quedan expuestos directamente en su cara, tampoco es el sonido de los pájaros mañaneros que revolotean afuera de su ventana, ni el sonido de la campanilla de la bicicleta con la que el repartidor de leche hace su trabaja a tales horas de la mañana; es simplemente el hecho de que cierta sonrisa no desaparece de su cabeza, es esa hermosa mirada no quiere hacerle el favor de salir de su cabeza, el rostro de aquel extraño está grabado en su mente y no sabe qué hacer para que salga. Un sonido en la puerta hace eco en toda la habitación y obliga a JongDae a salir de las sabanas y abrir la puerta, seguramente era su madre para decirle que le desayuno está listo, como cada mañana.

-Cielo, ya es tarde, date una ducha y baja para desayunar – dijo su madre cuando abrió la puerta y lo vio aun en pijamas.

JongDae se limitó a asentir y cerrar la puerta una vez que su madre se había ido, a paso lento y pausando llego hasta la puerta del baño y giro la manecilla para entrar al baño, se puso frente al espejo y vio lo de cada mañana, su rostro desaliñado y pálido, su cabello todo revuelto y unas diminutas bolsas de color oscuro que apenas comenzaban a notarse bajo sus ojos, enrollo las mangas de su camisa que tenía en letras grandes y negras Become our Star, que usaba como pijama y vio los dos números tatuados en su muñeca, unas ganas horribles de tomar el pequeño alfiler que tenía en su tocador y pasarlo por encima de su muñeca sobre dichos números, lo invadieron, la insaciable necesidad de ver como la sangre salía de dicho lugar y como una capa rojo oscuro y pegajosa hacia desaparecer esos malditos números, y sentir el dolor de la sangre salirse de lugar y recorrer toda la longitud de su muleca; tal y como lo había hecho las 5 veces anteriores, la tentación era grande, y la carne es débil, JongDae tomo el alfiler y con un nudo de agonía en la garganta lo paso por su muñeca y cerró los ojos por el dolor que se instaló en esa arte de su cuerpo.

Pese a que se había prometido a sí mismo no volver a hacerlo, no pudo evitar soltar un suspiro de satisfacción cuando el dolor comenzó a disminuir y la sangre salía cada vez mas de su muñeca de forma lenta, tal vez la razón por la que ya no sentía dolor era porque ya se había acostumbrado al punzante dolor y comenzaba a sentir cierto placer al ver la sangre hacer su trabajo y ocultar esos dos números por los que JongDae deseaba cortar su mano para ya no volver a verlos más, pero era evidente que no podía hacer eso, así que tenía que conformarse con pasar el frio metal del alfiler en su muñeca haciéndolos desaparecer por unos instantes. Después de lo que parecieron ser unos 15 minutos, JongDae metió su mano bajo el agua del grifo haciendo que esta ardiera como los mil demonios, maldijo en bajo y después tomo un pañuelo desechable y limpio los restos de agua y sangre de su muñeca, aunque el corte no era muy grande ni profundo se sintió muy bien, tomo una bandita color rosa con figuritas de animales y cubrió la herida con muchísimo cuidado, guardo el alfiler en su lugar con una sonrisa melancólica en su rostro al ver las otras cinco heridas que decoraban su muñeca, suavemente paso s dedo sobre ellas y una ola de remordimiento lo invadió, sabía que a sus padres no les gustaría saber lo que hacía, pero, era algo que lo hacía sentir bien.

Se lavó la cara y los dientes y salió del baño y se cambió de ropa se puso un suéter de franela que cubriera la herida, ya luego se daría una ducha, debía bajar rápido a desayunar si no quería tener que dar explicaciones a sus padres respecto a su tardanza en bajar, se dirigió a las escaleras y bajo cada uno de los escalones con la mirada perdida en su muñeca recién cortada y la acariciaba como si fuera lo más valioso del mundo, llego a la cocina y vio a su madre preparar el desayuno mientras cantaba al compás de la radio, sonrió al verla tan feliz esa mañana y el remordimiento de lo que acababa de hacer hace unos minutos oprimió su pecho, sus padres estarían decepcionados de el si supieran lo que hacía cada vez que se ausentaba durante la cena diciendo que no tenía hambre y que quería irse a dormir, cuando en realidad lo que hacía era encerrarse el baño y cortar su muñeca.

Camino hasta su lado y la abrazo por atrás.

-Mamaa – dijo en tono de niño pequeño y su madre rio.

-Aigoo, mi hijo, porque tardaste tanto en bajar, eh? El desayuno se estaba enfriando – dijo y luego beso su mejilla- anda, ve a sentarte – dijo y le dio un leve empujón.

JongDae obedeció y se sentó en el gran comedor, su padre debía haberse ido hace mucho, su madre le sirvió el desayuno él le agradeció con una sonrisa y comenzó a comer, segundos después su madre se sentó y ambos comieron juntos.

Un leve pinchazo en su muñeca lo hizo quejarse, vio la mancha roja en su suéter ¡Joder! Su herida se había abierto...

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⏰ Última actualización: Sep 26, 2016 ⏰

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