Un día pasa, pasa que estás de pie en algún lado y te das cuenta de que no quieres ser ninguno de los que están a tu alrededor. No quieres ser el puto pringao al que le has reventado la cara. Ni tampoco tu padre, ni tu hermano, ni nadie de tu puta familia. Ni quieres ser las señora jueza. Ni siquiera quieres ser tú. Sólo quieres salir corriendo. Salir a toda hostia del sitio en el que estás.