Ya no se de cariños, ni de besos, ni de amigos, ni ideas, tengo la mente turbia con tu risa en mis oídos y el cenit de tu mirada en mi imaginario colectivo. Ya no sé de la cordura.Se de tí, de tu ausencia y silencio, del frío abrazo de tu cuerpo de marfil, del mar abierto de tus ojos verdes, de la vida que se nos escapa mientras estoy aquí, escribiéndote sonetos cuando en realidad, lo que quiero es bañarte de besos, beber de tu cuerpo de estrellas, pasar el calor de mi piel a la tuya; dejarnos de tanto protocolo. Cómeme, bébeme, tómame.
Ya no se de horas, ni de días, mido el espacio entre besos, y del último a la fecha; han pasado tres galaxias, un eclipse de luna, una parvada de cuervos y varios kilómetros de carreteras. Tanto hemos andado desde entonces, que el desierto yace inerte a nuestros pies, me das agua sin dejarme beber, yo estoy sedienta.
Me voy flotando soñando contigo, me elevo sobre nuestras propias fuerzas, sobre mis demonios domados y las desventuras de tus pasos. Quiero y no acercarme a tí, quiero y no salir huyendo de tí, no se como hacerle para tenerte cerca, mucho menos sé como diablos dejar de pensarte. Esbozas en el viento que buscas magia, pero te reservas de mis mundos, de mis colores, de mis axiomas. ¿Cómo invitarte a mis mundos lejanos si ni los cercanos hacen eco en tus oídos?
Quizás a mayor tiempo, a mayor distancia, a mayores silencios pueda ponerle un poco de razón a mis ideas, por mientras, este es otro viernes sin estrellas...