IV

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Mis pupilas se dilataron del susto mientras trataba desesperadamente de escapar, pero mis pies tropezaron con uno de los casilleros, provocando un ruido ensordecedor que resonó en el pasillo

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Mis pupilas se dilataron del susto mientras trataba desesperadamente de escapar, pero mis pies tropezaron con uno de los casilleros, provocando un ruido ensordecedor que resonó en el pasillo.

"Mierda", pensé con rabia, sintiendo que ya no tenía escapatoria. Estaba atrapado.

—Así que tenemos un fan —rió con sorna el hermano que aún no conocía, su voz profunda y suave envolviéndome como un hechizo, lo que solo hizo que mi rostro se encendiera aún más.

—Y... yo... no —comencé a tartamudear avergonzado, deseando no parecer un acosador.

—¿Qué, tú qué? —preguntó Yoongi, aquel chico con el que había chocado anteriormente, su mirada ahora llena de desconfianza.

Al principio pensé que estaban exagerando, ya que él parecía un encanto, pero ahora se había transformado en una versión retorcida del villano de Batman, el Joker. Solo le faltaba sacar una navaja y hacerme "sonreír".

—¿Y bien? Hace un momento me chocaste. ¿Esperas que crea que no me estabas siguiendo? ¿Te crees que soy tonto o qué? —me increpó con furia.

—Cálmate, Yoongi. Es más que obvio que te estaba siguiendo. ¿Acaso no ves que es una rata? Solo esos animales carroñeros que se esconden y se arrastran como la escoria que son... —escupió sin rastro alguno de vergüenza el hermano mayor, cuyas palabras me hirieron profundamente.

Levanté la mirada y los miré entre sorprendido y furioso. ¿Me acaban de llamar rata? Apreté los puños y fruncí las cejas. Oh no, nadie me llamaría rata, ya no, y mucho menos un idiota como él.

Di un paso firme hacia adelante, sosteniendo la mirada desafiante de ambos, pero ninguno de ellos titubeó. Permanecieron inmóviles, con una sonrisa en sus rostros, como si estuvieran esperando mi siguiente movimiento.

Intenté dar un segundo paso para acercarme aún más y romperles la cara de la que tanto presumían, pero una mano me detuvo en seco.

Miré hacia mi costado y me encontré con un molesto Jungkook. Y decir molesto era quedarse corto, prácticamente el chico exudaba rabia por todos sus poros.

Y por alguna razón, eso me resultaba extremadamente atractivo.

E intimidante, ya que bastó una mirada fría de su parte para que retrocediera el paso que tanto me había costado dar.

Los dos hermanos parecían impasibles, bueno, solo Yoongi, quien seguía luciendo su aspecto arrogante. Su hermano, por otro lado, parecía estar a punto de estallar en llamas, su mirada competía con la de un asesino en serie.

—¿Por qué rayos te metes, imbécil? —escupió Hoseok enfurecido, finalmente recordé su nombre.

Vi cómo dio dos pasos rápidos hacia Jungkook, quien lo miraba sin una pizca de temor.

Sinceramente, no sabía si eso significaba que era valiente o simplemente demasiado estúpido.

Lo siguiente que presencié fue tan rápido que tuve que parpadear varias veces para reconstruir la escena. Hoseok intentó empujar a Jungkook y este, en defensa propia, levantó su puño tan rápido que el impacto en la mejilla de Hoseok fue lo suficientemente potente como para derribarlo.

El Síndrome De Pinocho | 𝗧𝗮𝗲𝗸𝗼𝗼𝗸. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora