VIII

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Los días siguientes fueron interminablemente aburridos

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Los días siguientes fueron interminablemente aburridos. Estábamos en época de exámenes y trabajos, por lo que la mayoría de las personas estaban concentradas en sus tareas.

Yo me encontraba sentado en el laboratorio de química, y era evidente que estaba solo. Siendo nuevo, no tenía pareja, ya que todos seguían trabajando con sus compañeros de años anteriores.

Así que puedo decir que el aburrimiento puede llevar a hacer cosas sorprendentes, porque me encontré copiando y prestando atención a cada palabra que el profesor Yoon decía:

—¡Atención! —dijo levantando la voz para captar la atención de los alumnos que estaban dormidos en la parte posterior o simplemente perdidos en sus pensamientos— En dos semanas deben entregar el modelo para su proyecto de química. Los temas están escritos en papeles, por lo que será cuestión de suerte, yo decidiré las parejas. Les recuerdo que deben entregar el trabajo en un archivo PDF y preparar una muestra, ya sea en forma de maqueta o de cualquier otra manera relacionada con su tema. A mitad de año, se llevará a cabo la feria de ciencias, como ya saben, y dependiendo de su desempeño, elegiré a dos parejas para que se presenten en la feria.

Todos asentimos un poco aturdidos, fue demasiada información para nuestros cerebros jóvenes.

— Bien... Voy a empezar a nombrarlos, cuando mencione a su pareja, levántense y tomen un papel de la mesa. Esos son los temas. —Y así comenzó a nombrar pareja tras pareja, hasta que finalmente llegó mi turno— El señor Kim Y... el señor Jeon. —concluyó.

Caminé hacia la mesa casi en cámara lenta para poder reconocer a mi compañero, pero para mi sorpresa, nadie se movió.

¿Acaso mi compañero había faltado? Qué compañero tan responsable tenía.

—Disculpe, señor Yoon, mi compañero no ha venido y al ser nuevo, no lo conozco. ¿Podría decirme cómo es o dónde puedo encontrarlo? —pregunté tímidamente.

Pacientemente, el profesor empezó a describir al sujeto en cuestión, pero su descripción era un poco vaga. Yo intentaba imaginármelo, en serio, pero todo lo que venía a mi mente era la imagen de un matón, como los de las novelas.

O yo estaba equivocado o él me estaba explicando mal.

Después de diez minutos de una explicación exhaustiva, se rindió y me dio la dirección de su casa, ya que al parecer rara vez asistía a clases.

Gracias, profesor, por emparejarme con el peor de la clase.

Usted sí sabe cómo integrar a los nuevos.

Salí del salón en busca de Jin o los hermanos Park.

Ah... aunque no lo crean, nos hemos vuelto bastante cercanos.

Una vez que los conoces y dejamos de lado el hecho de que son sumamente escandalosos y que uno de ellos está colado por Jin, son buenas personas y divertidos.

Paso mi tiempo libre con ellos, sobre todo con Jimin. También a veces nos ayudamos en el Azul y Plateado o espiamos al equipo de fútbol y al atractivo Jong In.

Y sí, definitivamente, como Jimin lo describió, es como un dios griego.

Bueno, exageré un poco, pero ustedes entienden.


Finalmente, pude divisar a Jin y a su nuevo amigo Jinseok parados en la puerta de salida. Tenía que convencerlo de que me llevara a la casa de mi estúpido compañero.

——¡Bună, băieți! (¡Hola chicos!) —dije y casi me golpeé mentalmente. Esto de ser bilingüe no era lo mío. A veces pienso en castellano y hablo en rumano, ¿me entienden? Mi vida es tan difícil. —Hola —corregí tímidamente.

—Idiota —se burló Jin—. ¿A qué se debe tu molestia...? —lo miré de mala gana—. Agradable presencia —corrigió y yo sonreí.

—Necesito que me lleves a esta dirección —dije, entregando el papel que me dio el profesor minutos atrás.

—¿Y qué es esto, un centro de estética? Porque si es así, encantado te llevo —dijo, haciendo que Chan soltara una risa y yo chasqueara mi lengua.

Levanté mi puño y golpeé su abdomen con fuerza.

—Vamos —dije, quitándole las llaves del coche y caminando en dirección a él.

Jin caminaba abrazando su estómago y respirando con dificultad.

Admiraba su nivel de actuación, estaba al nivel de los actores de la rosa de Guadalupe, en serio.

Tardamos más de veinte minutos en encontrar la dichosa casa de mi compañero, y para nuestra sorpresa nos encontrábamos en la parte alta de un barrio privado.

Vaya, vaya, así que era de clase alta.

Ahora entiendo por qué faltaba a clases y hacía lo que se le pegaba la gana.

—Esta es la casa —dijo Jin, frenando de golpe, haciendo que mi cuerpo se fuera hacia adelante y chocara con el espejo que tenía debajo, ya que el sol daba en mis ojos.

Me sobé la frente y miré hacia el lado del conductor.

Una sonrisa de lado estaba plantada en su cara: — Me lo debías — murmuró.

Tuve que esperar otros cinco minutos a que el rojo de mi frente desapareciera, y cuando no lo hizo, Jin me sacó a empujones del auto.

Y aquí estoy, solo, solito y desamparado, con un rojo más grande que tu corazón en mi frente.

Me sentía anonadado ante la gigante casa. Se notaba a kilómetros que se trataba de una familia distinguida y con clase. ¡Y justo hoy se me ocurrió ponerme la remera de los minions que me regaló Jin! ¡Qué vergüenza!

Después de caminar en círculos y transpirar como si hubiera corrido una maratón, me dispuse a tocar el bendito timbre.

Sonó tan fuerte que di un pequeño brinco hacia atrás.

Esperé unos minutos hasta que la ostentosa puerta se abrió, mostrando a una señora bajita. Suponía que era su ama de llaves o algo así. Ya saben, los ricos siempre tienen mil empleados.

—Hola, buenas tardes —dije rápidamente y le dediqué una sonrisa, que la señora me devolvió, aunque pude ver sus ojos subir hacia mi frente. ¡Sí, ya sé señora, soy un raro, pero no sabe mi historia!

—Buenas tardes, mi niño. ¿En qué puedo ayudarte? —dijo amablemente.

—Oh... Sí... —dije torpemente—. Busco a Jeon, soy su compañero de química.

Realmente no sabía si era su nombre o apellido, ya que no había preguntado ninguna información sobre él.

La mujer me inspeccionó por un segundo y asintió.

— Espera aquí, voy a buscar al señor —dijo ella.

Asentí en silencio y cumplí su orden al pie de la letra.

Me quedé estático, solo moviendo mi cabeza para poder apreciar la lujosa entrada. Podía ver algunos cuadros de la época antigua, todos colocados diligentemente en las paredes. Me maravillé ante la belleza y el cuidado con el que estaban exhibidos.

En el centro de la entrada, había una larga escalera que minutos atrás la ama de llaves había subido.

Al costado, a mi izquierda, pude divisar una acogedora sala de estar con una chimenea. ¡Una chimenea! Siempre había querido ver una en persona.

Era el típico sueño de tener una chimenea y disfrutar de una cita romántica a la luz de las velas, aunque suene algo cursi.

La imagen de esa chimenea encendida, el calor que emanaba y el ambiente acogedor que creaba, despertó en mí una sensación de nostalgia y romanticismo.

Tarde me di cuenta de que mi cuerpo se estaba moviendo por sí mismo, como si tuviera vida propia.

Fue una sensación extraña y desconcertante, llamada curiosidad.

Intenté detenerme, pero ya me encontraba a centímetros del lugar al que me dirigía.

Aunque tenía miedo, decidí seguir adelante, pensando que una mirada rápida no le haría daño a nadie.

Apresuré mi paso para llegar al lugar al que me dirigía.

Era una sala tan linda como las que aparecen en las películas.

Estaba decorada con elegantes sillones de color beige que le daban un toque acogedor. Sin embargo, lo que realmente captó mi atención fueron las fotos que adornaban las paredes.

Me acerqué con cautela, mirando hacia todos lados para asegurarme de que nadie me viera. Después de todo, no conocía a mi compañero ni a su familia, y no quería parecer entrometida.

Me acerqué aún más para tener una mejor vista de las imágenes. Y ahí fue cuando mi mandíbula casi se cae de la sorpresa.

En una de las fotos, reconocí a una persona que conocía. Luego, en otra foto, vi a otra persona conocida. Y para mi asombro, en una tercera foto, había otra persona más que conocía.

No podía creerlo. ¿Qué hacían esas personas en las fotos de mi compañero?

Mientras intentaba procesar esta extraña coincidencia, una voz repentina me sobresaltó.

Era una voz que provenía de detrás de mí. Me giré rápidamente y vi a alguien parado allí. —¿Qué haces aquí? —preguntó la voz, con un tono de sorpresa y confusión.

Mi corazón se aceleró y salté en mi lugar, sintiendo una mezcla de miedo y nerviosismo.

¿Dónde diablos me había metido? Necesitaba huir.

¿Dónde diablos me había metido? Necesitaba huir

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¡Holuuuuu! ¿Cómo les va?

Tae es mi animal espiritual hahaha
siempre metiéndose donde no lo llaman 🤣 a todo esto, ¿De quién será la foto que encontró? Aaaaah muchas dudas.

Ahora si, cambiando de tema, ¿Les gustaría que los capítulos fueran más largos? Me gustaría leer sus opiniones, por favor 🥰

¡Nos vemos en él siguiente capítulo!

El Síndrome De Pinocho | 𝗧𝗮𝗲𝗸𝗼𝗼𝗸. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora